Shalom

Bruno Delgado Puente

El término “shalom” se asocia comúnmente con la paz, aunque con una comprensión limitada de la paz simplemente como la ausencia de conflicto o guerra. Cuando consideramos que un país está en paz, normalmente queremos decir que no está involucrado en hostilidades abiertas con otra nación. Sin embargo, a pesar de esa tranquilidad superficial, el mundo suele estar plagado de crisis, sufrimiento y tribulaciones. Esta noción convencional de paz no alcanza la riqueza contenida en el shalom. Ahondemos en este profundo concepto.

Shalom abarca paz, plenitud, bienestar y salud. Por ejemplo, cuando en Génesis 15:15 Dios le dice a Abraham: Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez, hace referencia a ser sepultado tranquilo, a gusto, despreocupado. Shalom es también ser un amigo de confianza. En la versión RV 1960, el Salmo 41:10 menciona: El hombre de mi paz. La versión NTV lo traduce como “mi mejor amigo”, porque ser el “Îsh shelomî” de alguien es ser amigo íntimo, alguien que nos hace sentir cómodos, estar en confianza y sin limitaciones.

Además, cuando shalom se emplea como verbo (“shalam”) en la Biblia, denota el acto de hacer la paz, restaurar y reconciliar. Proverbios 16:7 ilustra esto al afirmar: Cuando los caminos de un hombre agradan al Señor, aun a sus enemigos hace que estén en paz con él.

Por último, shalom como adjetivo, como se ve en Deuteronomio 25:15, transmite perfección o exactitud.

Así, percibimos que shalom trasciende la noción convencional de paz; significa la restauración completa de algo incompleto, representa la plenitud de una relación o un estado de absoluta comodidad y descanso. Shalom reconoce el intrincado tapiz de la vida, abarcando su totalidad en plenitud.

Considera un muro que se describe como en estado de shalom. Cada ladrillo y pieza que lo constituya sería impecable, sin grietas ni imperfecciones. De manera similar, nuestras vidas comprenden varias facetas: física, mental, emocional y espiritual. Navegamos por la familia, las amistades, el trabajo y las dinámicas sociales, junto con innumerables necesidades, responsabilidades, deseos y aspiraciones. Nos enfrentamos a recuerdos, tradiciones, expectativas sociales y presiones.

En medio de esta complejidad, lograr el shalom parece sumamente cmplicado, casi inalcanzable. Sin embargo, recordemos: Jesús vino a ofrecer su paz a todos (Juan 14:27). El profeta Isaías anunció el advenimiento de un Príncipe de Paz, anunciando una era de tranquilidad interminable (Isaías 9:6-7). Este príncipe es Jesús, quien reconcilió a la humanidad con Dios mediante su sacrificio en la cruz (Romanos 5:1); hizo shalom con nosotros.

El ministerio terrenal de Jesús se centró en la restauración, la consumación y la sanidad, trayendo shalom a la humanidad. Él sigue siendo la única fuente de shalom. En lugar de luchar incesantemente por la superación personal o el éxito, recibamos el shalom que ofrece Jesús. Al profundizar nuestra comunión con Él, seguir su ejemplo y discernir su voluntad para nuestras vidas, alcanzamos el shalom que Cristo otorga.

Hagamos eco de la proclamación del apóstol Pablo de que Jesús es nuestra paz -en griego eirene– (Efesios 2:14-15). Él extiende su vida como un regalo y nos invita a deleitarnos en su shalom.

Más Artículos

REDES SOCIALES