Nosotras también anunciamos
Por: Jocheved Martínez
Tú, Dios mío, hablaste, y miles de mujeres dieron la noticia (Salmos 68:11, TLA).
Deseo iniciar esta reflexión, enviando un especial reconocimiento a las mujeres de la Iglesia por su gran fe y perseverancia; a las que se acaban de bautizar, a quienes han permanecido fieles y firmes en medio de enfermedades y crisis, a las que honran al Señor, atendiendo amorosamente a su familia, a las mayores que con su sabiduría siguen brindando consejos. A las líderes que con todo el corazón se paran al frente para guiar y animar. A las mujeres que, habiendo recibido el llamado de Dios y fortalecidas por su Espíritu Santo, reflexionan en la Palabra y anuncian el mensaje.
La pandemia que vivimos años atrás fue el detonante para que muchas despertaran sus dones y los ejercieran. Por ejemplo, en el 2020 y debido a la contingencia sanitaria, con el programa La iglesia en casa, muchas mujeres se vieron en la necesidad de desempeñarse como guías espirituales en su hogar. En esa misma época y para mantener la comunión con el cuerpo de Cristo, se establecieron los cultos en línea, donde también dirigieron las reuniones, participaron con alabanzas, oraciones y expusieron mensajes bíblicos. De hecho, en la actualidad, en las redes sociales, siguen operando, con gran bendición, diversos programas donde ellas comparten la Palabra de Dios.
En una capacitación a mujeres líderes en el norte del país, se habló de la necesidad de prepararse de manera sistemática en las ciencias bíblicas y se mencionaron espacios de formación como los que ofrece el SEM para adquirir un desarrollo bíblico-teológico adecuado. Al finalizar una hermana comentó: “Yo pensé que las hermanas solamente habíamos sido llamadas para hacer tamales” ¡Sí, podemos hacer tamales y más obras para colaborar en la construcción de los templos! pero si se ha recibido el don de la predicación u otros dones, ¡hay que ejercerlos!
Los dones espirituales que Dios da a la iglesia para su edificación, ¿son exclusivamente para los hombres?
El ministerio de la mujer no es un derecho que se busque, tampoco una obligación que se otorgue, sino una manifestación de la multiforme gracia de Dios (1 Pedro 4:10). No es un fin, sino el cumplimiento de un llamado divino. La función de la mujer en los ministerios de la iglesia sigue siendo un asunto de gran interés. En este tema tan trascendental, nuestro punto de partida es la Biblia con su mensaje pertinente, vivo y eficaz.
En el Nuevo Testamento vemos a Jesús durante su ministerio, alentando la vida de las mujeres; entabla una relación amistosa con Martha y María; sana a una endemoniada, María Magdalena; se deja interpelar por una extranjera; se conmueve ante la viuda que lleva a enterrar a su hijo; expone temas de profundidad teológica con una samaritana… y ella como fruto de su encuentro, es impulsada a cumplir un rol misionero en su comunidad. Existen más ejemplos de cómo Jesús dignifica a la mujer y la equipa para compartir el mensaje de salvación.
Una profetiza, una predicadora
En el Antiguo Testamento encontramos a Hulda, una profetiza que es mencionada en 2 Reyes 22:14-20 y 2 Crónicas 34:22-28. Vivió en Jerusalén, aproximadamente en el año 640 a.C., bajo el reinado de Josías, fue contemporánea de profetas como Jeremías y Sofonías. En ese tiempo, el rey envía algunos colaboradores al templo de Dios y allí encuentran una copia del libro de la Ley. Lo toman y lo leen ante Josías, y al escucharlo, rasga sus vestiduras en señal de tristeza y dolor porque el pueblo había desobedecido a Dios, y ahora sufrirían las consecuencias de su alejamiento.
El rey reconoce y honra el ministerio profético de Hulda al consultarle la voluntad del Señor. Ella cumple su función, interpreta fielmente el designio divino y no duda en advertir sobre el duro castigo. Josías entiende el mensaje y realiza de inmediato acciones pertinentes para acatar la voluntad de Dios y llamar al pueblo a la obediencia.
La profecía o predicación es un don
La profecía o predicación es un don, un regalo de Dios y Él, lo reparte a quien quiere. No tiene que ver con edad, sexo, condición social o nivel intelectual. Es la interpretación de la voluntad divina en circunstancias concretas de un pueblo. Genera esperanza, y su significado permite que sea interpretado desde nuevas realidades. Tiene que ver con evidenciar el pecado y llamar al arrepentimiento. La profecía es una palabra que se menciona en el presente, pero sigue siendo de inspiración para generaciones venideras. La denuncia, solución y esperanza es el camino de quienes ejercen esta actividad espiritual.
Las Huldas de hoy
¿A cuántas ha llamado Dios en este tiempo? Aunque había más profetas, Josías llama a Hulda por su reputación y credibilidad. Ella le da un mensaje claro y directo. Dios hoy sigue llamando Huldas. Mujeres con un testimonio de fe que prediquen la Palabra con denuedo y pasión.
¿Pueden realizar dentro de las disciplinas de las ciencias bíblicas una interpretación del texto sagrado? Las mujeres que interpretan el texto bíblico desafían las explicaciones tradicionales, impulsan un nuevo acercamiento hacia la Biblia, donde hombres y mujeres son tratados con la dignidad otorgada por Dios. Desde la visión que el Señor les presenta, aportan sabiduría y enseñanza, liberan la Palabra y el potencial que tiene, ofrecen nuevas ideas que enriquecen el conocimiento teológico. Promueven un diálogo para erradicar la discriminación donde “nadie debe ser excluido”.
¿Qué impacto ha tenido la interpretación bíblica realizada por mujeres? Las mujeres que se han preparado bíblica y teológicamente han encontrado textos liberadores para las personas oprimidas y marginadas. Como grupo menos favorecido, han vivido en carne propia el menosprecio y a través del evangelio han sabido experimentar la plenitud en sus vidas.
¿Pueden enriquecer el conocimiento teológico desde su perspectiva femenina? Claro que sí. Las predicadoras visibilizan a las mujeres, redescubren la posición que tuvieron en el movimiento de Jesús. Dan voz a enfermas como la desahuciada con flujo de sangre que toca el manto del Maestro; a la cananea, quien pasa de la súplica al reclamo, con tal de conseguir la salud para su hija; a la viuda de Naín, que le resucita a su único hijo. Recrean el tierno abrazo que se dan María y Elizabeth embarazadas, en la zona montañosa de Judá, y experimentan la sublime y sinigual emoción de María Magdalena al ver a Jesús resucitado.
¿Pueden promover mejores espacios para ellas dentro de la Iglesia? Sí, la reflexión bíblico-teológica ha impulsado la dignificación de las mujeres y de personas excluidas. Han ubicado en su contexto algunos textos que tradicionalmente habían sido usados para silenciar la voz de las mujeres. Tienen el compromiso de generar una vida digna para ellas y para todos. Buscan superar la dominación y deshumanización de la mitad del género humano.
Consideraciones finales
La interpretación del texto bíblico realizado por mujeres que tienen el don:
1. Bendice a quien la realiza y bendice a quien la recibe. La iglesia valida la acción.
2. El texto revelado es liberador y genera un encuentro de Dios con las mujeres.
3. Visibiliza a la mujer, le da voz y acción, identidad y propósito.
4. Resalta aspectos que a simple vista no se ven, como la misión de las mujeres.
5. Favorece la comprensión, la fe y la inclusión de las mujeres en la vida de la iglesia.
6. Desarrolla una pastoral para atender las necesidades específicas de las mujeres, promoviendo su bienestar completo.
Impulsemos la labor teológica de las mujeres. Estaremos bendiciendo a toda nuestra iglesia.