Comunicado a la Iglesia de Dios (7o Día) en México (25 de febrero de 2022)

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“VIVE LO QUE CREES” ZONA SUR

"VIVE LO QUE CREES"

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#CreeSiendo (Creer, Ser y Crecer en Cristo)

El pasado fin de semana se llevó a cabo el primero de los Encuentros Interdistritales de Adolescentes, en Catemaco, Veracruz, Dto. 13.

Con una asistencia total de 305 adolescentes, maestros, líderes y equipo de apoyo de los Distritos 12, 13, 14 y 15, se realizaron estudios de la Palabra, Talleres, Foro con temas de actualidad, Fogatada, Rallys y Dinámicas.

Sin duda el Señor se manifestó en la vida de los asistentes en esos días, dejando un claro compromiso a los adolescentes en ser ese factor de movimiento y crecimiento para nuestra Iglesia, viviendo cada día, en la práctica, el evangelio que han aprendido.

Agradecemos el apoyo incansable del Staff y el respaldo de la Sobreveeduría del Distrito sede; así como el trabajo de los líderes Distritales y locales que acompañaron a sus muchachos participando con ellos en todas las actividades programadas. ¡La gloria sea para nuestro Dios siempre!

SOCIEDAD DE ADOLESCENTES
#CreeSiendo (Creer, Ser y Crecer en Cristo)

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GRADUACIÓN XXVIII GENERACIÓN SEM

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GRADUACIÓN XXVIII GENERACIÓN SEM

El Sábado 7 de julio, el auditorio de las Oficinas Generales de nuestra Iglesia fueron el marco perfecto para llevar a cabo el Culto de Acción de Gracias del Seminario de Entrenamiento Ministerial, ya que fue el término del proceso formativo de los alumnos de la Generación XXVIII de esta institución.

Fueron momentos de mucha bendición, en donde pudimos escuchar el mensaje por parte del Tesorero del C.E.G., Min. Mario Alberto Hernández Alvarado, quien además de resaltar la humanidad del Pastor, hizo una invitación para aquellos que tienen un llamado al pastorado a comprometerse y ser guías fieles a nuestro buen Dios.

Después de deleitarnos con el mensaje, se llevó a cabo el protocolo de entrega de Diplomas, Reconocimientos y Ordenaciones a los egresados y acto seguido, se hizo entrega de las asignaciones de los alumnos de 3° y 4° grado.

Antes de terminar, el alumno Diác. Miguel Morales Jaimes dirigió unas palabras de agradecimiento,  en representación de sus compañeros graduandos, resaltando la importancia del apoyo de la familia, iglesia y Pastores experimentados para su proceso de formación; el culto fue clausurado por el Min. Israel Delgado Sánchez, Presidente del C.E.G.

Contamos con la presencia de 350 hermanos, aproximadamente, en su mayoría, hermanos del Distrito 8, agradecemos a nuestro Dios que nos permita ver los frutos

Las asignaciones de los Egresados y alumnos de 3° y 4° grado fueron las siguientes:

Diác. Ángel Francisco Bautista PérezEgresadoQuerétaro, Distrito 10
Diác. Miguel Morales JaimesEgresadoXalatlaco, Edo. de México. Distrito 17
Diác. Samuel Valverde JiménezEgresadoIndependencia, Jiutepec, Morelos, Distrito 8
Min. Daniel Rivera MerazEgresadoCd. Delicias, Chihuahua Distrito 2

 

Edgar Obed Acuña Martínez4° GradoAltepexi, Puebla, Distrito 12
Birzavit Bautista Bautista4° GradoPinotepa Nacional, Oaxaca, Distrito 14
Saulo Bautista Bautista4° GradoMartínez de la Torre, Veracruz, Distrito 13
Samuel Chávez Flores4° GradoCiudad Victoria, Tamaulipas, Distrito 4
Adiel Uriel Galván Luis4° GradoZitácuaro, Michoacán, Distrito 7

 

Miguel Ángel Flores Hernández3er GradoTesterazo y San Blas, Xalisco, Nayarit,

Distrito 6

Israel García López3er GradoXaltepuxtla, Pue. Distrito 12
Diác. Alberto A. Hernández Domínguez3er GradoLas Águilas, Cuernavaca, Morelos, Distrito 8
Gil Gamaliel Núñez Salmerón3er GradoTlapehuala, Gro. Distrito 11

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LA SANTIFICACIÓN POR MEDIO DEL ESPÍRITU SANTO

LA SANTIFICACIÓN POR MEDIO DEL ESPÍRITU SANTO

Mas nosotros debemos dar siempre gracias a Dios por vosotros, hermanos amados del Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salud, por la santificación por el Espíritu y la fe de la verdad (2 Tesalonicenses 2:13).

Ya se ha dicho que santificación, en el término original, se refiere a algo que ha sido separado o consagrado a Dios. Y cabe entonces la pregunta, ¿separado de qué? Y la respuesta necesaria, separado del pecado para servir a Dios.
En el llamado de Dios a la santidad, la Biblia pone como referente ineludible la santidad de Dios, de hecho, Santo es uno de los nombres con que se describe a Dios (2 Reyes 19:22; Salmo 89:18; Isaías 5:19, 24; 10:20; 12:6; 29:19; 30:12; 30:15; 37:23; 41:14, 16, 20; 43:3, 14; 45:11). A Jesús también se le menciona como «El Santo de Dios» (Marcos 1:24; Lucas 4:34).
La santidad es parte del carácter de Dios. En la visión del profeta Isaías, este escucha las voces de los serafines que decían el uno al otro: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos: toda la tierra está llena de su gloria (Isaías 6:3). Es la misma adoración de los cuatro seres vivientes en la revelación de Juan: …y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir (Apocalipsis 4:8, RV60). De acuerdo a este atributo que tiene Dios, Él nos llama a que seamos santos en todas las áreas de nuestra vida. Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos; porque yo soy santo (1 Pedro 1:15-16, RV60).
En la cita anterior, el apóstol Pedro escribe que Dios nos llama a reflejar su carácter santo, pero ante este llamado, nos damos cuenta de que, como seres humanos, tenemos un grave problema: Nosotros, por nosotros mismos, no somos santos y, como no podemos encontrar la santidad en nosotros mismos, nos preguntamos ¿Quién realizará la santidad en nosotros y cómo lo hará? La respuesta está en Dios pues ha enviado a su Santo Espíritu para que nuestras vidas sean transformadas por su poder.

El Espíritu Santo como santificador de nuestras vidas

Nosotros, en cambio siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes; hermanos amados por el Señor, porque desde el principio Dios los escogió para ser salvos, mediante la obra santificadora del Espíritu y la fe que tienen en la verdad (2 Tesalonicenses 2:13, NVI). Como podemos ver en este texto, el que realiza la obra santificadora es el Espíritu Santo.
El Espíritu inicia su obra sellando las vidas de aquellos que, oyendo la palabra de verdad, creen en el evangelio de salvación.
En el cual esperasteis también vosotros en oyendo la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salud: en el cual también desde que creísteis, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa (Efesios 1:13).
El Espíritu Santo no solo nos sella como propiedad de Dios, sino que nos hace nacer de nuevo
De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios –dijo Jesús. ¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo? –Preguntó Nicodemo. –¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer? –Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios –respondió Jesús– (Juan 3:3-5, NVI).
El nuevo nacimiento es la obra santificadora del Espíritu Santo. Esta obra es inmediata, ya que limpia nuestras vidas con la Sangre de Jesucristo. Esta es una obra de regeneración instantánea que solo Dios puede hacer, porque nadie puede limpiarse a sí mismo de sus pecados. Por ello, el apóstol Pablo refiere que, antes de haber conocido a Cristo, estábamos muertos en delitos y pecados. Y de ella recibisteis vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados (Efesios 2:1). Sin la regeneración o nuevo nacimiento, el hombre depravado por naturaleza, es un cadáver espiritual. Ante esta realidad, el muerto no requiere que se le cure poniéndole parches, untándole una pomada o administrándole un medicamento, porque no se trata de un enfermo, sino de un muerto. ¡Sí, un muerto espiritual! Por ello, requiere una nueva naturaleza, y para ello se necesita que «nazca de nuevo».

Nacer de nuevo tiene que ver con los siguientes puntos: 1. Ser compungido (apenado y afligido) en el corazón. 2. Oír la Buena Nueva: «Jesucristo murió en la cruz por nuestros pecados». 3. Debe operar en él un sincero arrepentimiento de los pecados cometidos. 4. Hacer pública su fe a través del Bautismo en el nombre de Jesucristo. 5. Como resultado recibirá el perdón de sus pecados. 6. Y el don del Espíritu Santo. Esto está referido, en el primer sermón del apóstol Pedro, dirigido a aquellos judíos que asistían a celebrar la fiesta de Pentecostés, cuando dijo: Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo (Hechos 2:36-38).

La Santidad es Posicional

Al ser perdonados por la acción redentora de Jesucristo y recibir el Espíritu Santo, la vida del creyente es santificada de manera instantánea. A esta santidad instantánea se le llama Santidad Posicional, ya que somos justificados por la gracia mediante la fe en Jesucristo, y esta santificación es la posición que Dios da al creyente, por haberle separado de la esclavitud del pecado, para servir a Jesucristo. Es por ello que el apóstol Pablo, cuando escribe en sus epístolas, se dirige a los miembros de una iglesia local, llamándoles Santos. Desde luego que no lo hacía porque habían alcanzado la perfección, sino porque habían sido lavados en la sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios. Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y Timoteo el hermano, a la iglesia de Dios que está en Corinto, juntamente con todos los santos que están por toda la Acaya (2 Corintios 1:1). Como podemos ver en este texto, todo creyente es considerado parte del grupo de los «Santos», no porque ya hayan alcanzado la perfección, insistimos, sino porque han sido separados del pecado para servir a Dios.

La Santidad también es Progresiva o Gradual

Aunque el creyente haya sido regenerado, esto no implica la ausencia de la naturaleza pecaminosa en su vida, esta sigue allí. Entonces surgen estas preguntas: ¿Cómo vencer a esta naturaleza? ¿Cómo se puede superar la ira, la envidia, los deseos pecaminosos y demás obras de la carne detalladas en Gálatas 5:19-21?

La respuesta es que: debemos andar en el Espíritu y no debemos satisfacer los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa, (Gálatas 2:16). Andar en el Espíritu Santo, es dejar que Dios siga obrando en nuestras vidas a través del Fruto de su Espíritu, esto lo menciona el apóstol Pablo en Gálatas 5:22 y 23: Mas el fruto es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza: contra tales cosas no hay ley.
El Fruto del Espíritu de Dios nos hace amarle y amar a los demás (Amor), estar siempre alegres (Gozo), vivir en paz con Dios y con todos (Paz), nos hace tolerantes y pacientes (Tolerancia), amables (Benignidad), tratar bien a los demás (Bondad), tener siempre confianza en Dios (Fe), ser humildes y sencillos (Mansedumbre) y saber controlar nuestros deseos (Templanza). En lo natural, las frutas salen de los árboles, porque está en su naturaleza, de la misma manera, estas virtudes fructifican en la vida del creyente por la acción del Espíritu Santo en él. A esta etapa de la vida cristiana se le conoce como Santificación Progresiva o Gradual, ya que todo creyente está en el proceso de crecimiento espiritual, donde necesita a Dios todo el tiempo.

Cada creyente debe tener el deseo de cuidar su vida espiritual, ya que la Palabra de Dios le amonesta a abstenerse de las cosas que lo llevan al pecado. En lugar de dar pie a cometer un pecado, es mejor buscar ser lleno del Espíritu Santo. Efesios 5:15-18 (NVI), dice: Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos. Por tanto, no sean insensatos, sino entiendan cuál es la voluntad del Señor. No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos del Espíritu.

Aunque la santificación es obra del Espíritu Santo, no debemos pensar de la siguiente forma: «Como es el Espíritu Santo el que obra en mi vida, entonces yo no debo hacer nada». Quien piensa así está equivocado, pues la santificación progresiva es el resultado del trabajo primario del Espíritu de Dios y complementario del creyente, que colabora activamente; esto se evidencia con los siguientes pasajes bíblicos:
Así que, amados, pues tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios (2 Corintios 7:1).

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto. Y no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Romanos 12:1-2).
Conclusión: El Espíritu Santo hace nacer al creyente a la vida nueva que viene de Dios y le sustenta en ella. Esta vida nueva es un milagro de Dios que demanda del creyente su disposición a la influencia del Espíritu Santo, para andar en Él; que se traduce en una vida activa, responsable y anhelante de la llenura de Su Santo Espíritu.

Bibliografía:
• Fundamento Doctrinal. Iglesia de Dios (7º día), febrero 2017.
• John C. Ryle, «Santidad». Editorial Peregrino, 2010.
• Leo J. Trese, «El Espíritu Santo y su tarea». Editorial Rialp, 2011.
• John R. W. Stott, «Sed llenos del Espíritu Santo». Editorial Caribe, 1967.
• Gerard Blocha y Philippe Gruson, «El Espíritu Santo en la Biblia».
• SBU (2000) La Santa Biblia Antiguo y Nuevo Testamento. (Versión Reina-Valera 1909). Corea: Sociedades Bíblicas Unidas.
• La Santa Biblia (2000). Corea: Sociedades Bíblicas Unidas (Versión Reina-Valera 1960).
• SBU (1999) La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. Sociedades Bíblicas Unidas.

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EL PAPEL DEL PROFETA EN LA IGLESIA

EL PAPEL DEL PROFETA EN LA IGLESIA

¿Cuál es nuestra historia ahora? Desmembrada en el interior de un centro botanero en Taxco, Guerrero, fue encontrada la nutrióloga Magdalena Aguilar Romero después de nueve días de su desaparición el pasado 22 de enero del 2018. Nos sorprendió la nota, pero, ¿acaso es el único y espeluznante feminicidio? No, como este caso hay muchos; así como las/os desaparecidos.

El uso de adolescentes que son forzados para ser comandos armados o parte de células delictivas. Los constantes asesinatos de ciudadanos y de quienes forman parte del crimen organizado. Las víctimas por tráfico de niños y mujeres es tan real en México que supera los 500,000 casos.
En un mundo cuyo gobierno se basa en diversas ideologías de poder que, en lugar de potenciar al ser humano, lo han llevado a experiencias de vida infrahumanas con sus políticas tiranas.

Un mundo donde todo se ha materializado y donde el poseer se mira como el único fin para ser pleno; donde se reduce a los seres humanos a simples objetos; donde los índices de enfermedades y pobreza se han elevado sin posibilidad alguna de ser atendidas. En un mundo así, es evidente la urgencia de ser liberados de tanto dolor. En una realidad así que está en constante lamento por el pecado y la injusticia, se anhela escuchar algo nuevo.
La iglesia debería sacar las voces que recuerden al Señor Jesús diciendo a los discípulos de Juan: … Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen lepra son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenas nuevas (Lucas 7:22b, NVI).
¿Quién hablará hoy cuando todos callan? ¿Cómo puede el creyente de hoy ser un heraldo de la esperanza divina?
Cabe entonces la pregunta: ¿cómo se presentan desde esta perspectiva en el N.T. los creyentes?
En principio, el Nuevo Testamento presenta a Juan y a Jesús como los últimos profetas a manera de oficio o itinerantes. Ellos ejercieron su ministerio ante una situación social similar a la descrita anteriormente. El texto los describe como personas impulsadas y potenciadas por el Espíritu Santo como rasgo distintivo.

Por otro lado, el Nuevo Testamento señala a los creyentes que recibieron el «Don de profecía» que edificaban y exhortaban a la iglesia. También, presenta a personas que vivieron como radicales (con raíces profundas) que entendieron su relación con Dios a través de un compromiso con su realidad. Ellos pronunciaban su palabra y corrieron el riesgo por el juicio que declaraban contra quienes, gozando de poder, oprimían y querían ocultar sus pecados por actos sociales o religiosos opresivos. En este sentido, nuestros primeros hermanos en la fe, fueron profetas, porque como dice Harold Segura: «Dios les había quemado el corazón con el fuego de su Palabra, y no les quedaba otra alternativa que hablar».
Entonces, es pertinente preguntarnos: ¿Cuál es específicamente la función del profeta en la actualidad en la iglesia?

La función del Profeta

Tomando en cuenta nuestros referentes neotestamentarios, por un lado, denunciaban toda manifestación de injusticia y todo pecado en el pueblo y dentro de la iglesia. Por el otro, anunciaban salvación y esperanza en la figura principal Jesucristo, frente a las realidades de pecado, riquezas mal habidas e injusticia y frente al dolor de los más empobrecidos (niños, mujeres, enfermos, ancianos).
Cuando se habla el tema de la profecía es menester aclarar que, profetizar no es vaticinar eventos futuros ni, exclusivamente, la manifestación abierta de información secreta. Sino antes aún, actualizar en el presente la palabra de Dios que comienza transformando las realidades en el aquí y en el ahora, aunque con una mirada hacia el futuro de la completa y plena redención que obrará nuestro Señor Jesucristo.
El Apóstol Pablo menciona alguna de las funciones de la profecía en la iglesia en su Carta a los Corintios Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación (1 Corintios 14:3).

Edificaban a la Iglesia

No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno (1 Tesalonicenses 5:19-21). Pablo siente el deber de orientar a los creyente en estas dos realidades, las cuales procuraban el crecimiento y la madurez en la iglesia. Así lo hicieron Judas y Silas: Y Judas y Silas, como ellos también eran profetas, consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras (Hechos 15:32). Invertían sus fuerzas fortaleciendo a las comunidades.

Vivían cercanos a Dios y comprometidos con su prójimo

El profeta vivía cercano a Dios, pero también estaba, plenamente, con su pueblo. Veía a Dios y a su vez estaba viendo, analítica y críticamente, las realidades históricas. Tenía como referencia la enseñanza de Jesús: El amor a Dios y el amor al prójimo debe estar en relación de semejanza. Era un radical porque veía lo que otros no podían ver, miraba su mundo con los ojos de Dios y su corazón ardía con celo por la voluntad de Dios, de manera que la realidad lo incomodaba tanto que callar era imposible para su caso. Así lo comprendió Juan el teólogo: Entonces uno de los ancianos me preguntó: «¿Quiénes son estos que están vestidos de blanco, y de dónde han venido?» «Tú lo sabes, señor», le contesté. Y él me dijo: «Éstos son los que han pasado por la gran tribulación, los que han lavado sus ropas y las han blanqueado en la sangre del Cordero (Apocalipsis 7:13-14, DHH).

Denunciaban los pecados, abusos de gobernantes y dirigentes religiosos. Jesús no dudo en realizar una crítica radical a los poderes establecidos y la provocación de una esperanza inusitada. Denunció proféticamente en contra de los pecados personales y estructurales en clave sociopolítica.
Dos casos de confrontación entre Jesús y las autoridades que abusaban en el templo según Marcos, cuando dice: Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación (Marcos 12:38-44). Al mismo tiempo, enfocó a los dirigentes que promovían el abuso del tributo. Jesús no respondió directamente diciendo: «no es lícito». Más bien, su respuesta implicaba que si Dios es el exclusivo Amo y Señor y, si el pueblo de Israel vive bajo el exclusivo dominio de Dios, entonces todo pertenece a Dios, y las implicaciones para el César serían obvias.

La misma función profética la desarrolló Juan cuando «denunció los pecados de las siete iglesias, atacó el culto al emperador (Apocalipsis 13:2,4) y condenó ardientemente los crímenes del imperio romano». A la vez anunció el juicio contra los opresores. El triunfo del bien sobre todo mal, y sobre todo, anuncia una nueva creación, una nueva comunidad y un nuevo paraíso (Apocalipsis 20-22).

Consolaban al pueblo en momentos de dolor

Los apóstoles también fueron seducidos por el Espíritu de Dios y tomaron muy en serio su papel de portavoces de la palabra de Dios.
Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios (Hechos 4:29-31).

¿Cuáles son las implicaciones para la vida eclesial en la actualidad?

Conscientes de la realidad actual donde las desigualdades sociales se incrementan debido al poder con pretensiones multiformes del capitalismo financiero y hegemónico de nuestra era postmoderna. Al mismo tiempo, los excluidos y empobrecidos claman por una nueva forma de vida. Es muy preocupante el silencio y la falta de compromiso evangélico por parte de los cristianos en el presente; en la vida cómoda, sin compromiso alguno por parte de la iglesia, hacia afuera, es decir, en la sociedad.

Hoy se hace necesario la presencia de una iglesia con voz profética. Si consideramos que la tarea fundamental del profeta es hacer realidad un nuevo comienzo humano mediante la expresión de la libertad de Dios y la política de justicia y compasión, entonces somos desafiados a:
Primero. Comprender y aceptar que, con el derramamiento del Espíritu en la iglesia del primer siglo, el anuncio de la palabra ya no es solo de unos cuantos sino de toda la iglesia. Así, queda marcada como una comunidad profética, donde todo creyente tiene ese llamado y el deber de cumplirlo en todo tiempo. Anunciemos que Dios en Jesucristo tiene la fuerza para seguir adelante.

Segundo. Seguir mirando arriba sin quitar los pies de la tierra, es decir, asimilar que nuestro papel profético no es espectáculo o desciframiento de misterios, no es solo ver hacia el futuro negando el presente. Por más que nos aferremos a silenciar los múltiples textos en la Biblia que registran la confrontación a las estructuras de poder político y religioso, el Evangelio y su anuncio sigue siendo «el recuerdo peligroso de la libertad que cuestiona todas nuestras opresiones, nuestros miedos, nuestros desalientos, nuestras cobardías y también nuestras seguridades». La iglesia tiene que mirar a los desvalidos y oprimidos tal como miró Jesús al pueblo que estaba sin pastor o a la encorvada ignorada por los mismos líderes de la sinagoga o a la samaritana repudiada.

Tercero. Todo cristiano está obligado a enjuiciar la maldad a través de esa palabra divina que es Cristo. Esa palabra le hace valorar como algo positivo la desaparición de la esclavitud, el tráfico de órganos, la trata de blancas, la explotación laboral. También la hace juzgar como inadmisibles las terribles diferencias estructuradas entre ricos y pobres; le impulsa a rechazar una economía de la exclusión y la inequidad. Por ejemplo, a los empobrecidos que, por nuevas reformas, son desplazados de sus áreas de comercio por una riqueza privada sobre la pobreza pública. Además de denunciar cuando la iglesia o los dirigentes muestren abusos de poder y pisoteen los derechos de las personas.

Cuarto. Seguir abonando a favor del crecimiento y madurez de la fe, en una época en la que la iglesia resulta poco atractiva o sin crédito, ante la triste decadencia de nuestra sociedad. La palabra del profeta debe examinar y responder llamándonos a volver a Jesús y a encontrar la plenitud solo en Él. Así, una forma de profetizar hoy, es hablar la verdad de Dios frente a la mentira que el mundo ofrece.

Quinto. Son muchos los desafíos de la labor profética en la iglesia actual, teniendo en mente que no todo está perdido. Por ello, el creyente debe seguir anunciando esperanza. Como dice la Carta del Apóstol Pedro: y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros (1 Pedro 3:15b).

Anunciar que un nuevo reino está presente, y que es el mismo Jesús infundiendo valor y fe todos los días. Anunciar que el bien triunfa sobre el mal. Anunciar que una nueva creación es posible. Anunciar la llegada de una nueva comunidad y un nuevo paraíso como lo anunció Juan: He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad (Apocalipsis 22:12-14).

El presente sigue demandando nuestro papel profético y la iglesia está llamada a ejercerlo aquí y ahora, y hasta el último momento de nuestra existencia.
Recuerde que callar nunca fue una opción para los primeros cristianos. Ellos expresaron su fe, su esperanza y el juicio para todo sistema opresivo y en pecado. «Yo quisiera vivir sin tener que ser profeta…perder la huella de la noche, no sostener más la perla del abismo…Pero es imposible, Dios mío» Canto de la locura (1962), versos de Matos Paoli, encarcelado en una sombría mazmorra por su entrega sacrificada a la patria y su devoción a la más genuina conciencia religiosa, nos sean de inspiración para seguir siendo la voz de Dios en nuestro tiempo.

Fuentes de consulta

José Luis Sicre, Profetismo en Israel. Editorial Verbo Divino-2003
Luis Rivera-Pagán, La voz profética: Justicia, paz y reconciliación. Tomado de: http://www.lupaprotestante.com/blog/la-voz-profetica-justicia-paz-y-reconciliacion/.
Walter Brueggemann, La imaginación profética (España: Editorial Sal Terrae 986), 117.

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TEOLOGÍA Y ESPIRITUALIDAD DE LA PROFECÍA

TEOLOGÍA Y ESPIRITUALIDAD DE LA PROFECÍA

El libro del Apocalipsis es un libro bíblico que además de no ser fácil de entender, causa mucha expectación e interés en el mundo cristiano y hasta en el que no lo es. Es de llamar la atención, que de todos los cursos que se imparten en la Iglesia, nunca se observa una mayor concentración de gente que cuando se expone sobre el Apocalipsis. En la cosmovisión del mundo occidental, el Apocalipsis es por lo general muy atractivo aunque sea sinónimo de miedo, catástrofes, destrucción, sufrimiento, muerte, guerras, profecías y eventos futuros, pues la gente quiere saber sobre todo eso.
No obstante, nada más alejado de la realidad que considerar esta obra bajo una óptica catastrófica o futurista. Ciertamente el Apocalipsis es un libro que contiene gran dramatismo como es característico del género literario apocalíptico1, más no es una palabra para espantar a la gente y mucho menos al pueblo de Dios, todo lo contrario, es el libro por excelencia que nos trae esperanza y aliento ante la adversidad, es el Espíritu Santo hablándonos ante la crisis y la desesperanza para que vivamos una ética de resistencia, por no decir subversiva2. Contiene un mensaje que trasciende su tiempo y nos sigue hablando aquí y ahora.
El libro comienza con un prólogo y en él, una frase solemne que frecuentemente se pasa por alto: La revelación de Jesucristo. Dicho de otra manera, nos dice: El apocalipsis es Jesucristo. Y es que el apocalipsis es más que un libro de la Biblia, es la revelación, es el quitarnos el velo (apo – kalyptos) que no nos deja ver, y esta revelación no es la guerra o la catástrofe, la bestia, el 666 o el falso profeta, es: Jesús revelado. Y es que estamos hablando aquí de lo que en la gramática griega se llama genitivo plenario. El genitivo no es otra cosa que la manera en que se expresa la relación de posesión o pertenencia, solo que en el de tipo plenario es tanto objeto como sujeto; en otras palabras, es una frase que contiene un doble significado de manera simultánea, lo cual hace que dicha frase diga: Es una revelación tanto por Cristo (Cristo revela) como acerca de Cristo (revela a Cristo).
Esto nos lleva desde el principio del libro a su clave hermenéutica, es decir, la clave para interpretarlo es Jesucristo, el Cordero de Dios, especialmente desde su muerte sacrificial (Apocalipsis 5:6,12-13; 7:9-17; 13:8). Dios se nos revela en Jesucristo (el mensaje de Dios, el Logos), y Jesucristo se nos revela en la cruz, lo que Dios hizo por nosotros.
Jesucristo sin la cruz sería solo filosofía platónica, y con la sola resurrección sería exclusivamente gnosticismo (doctrina del conocimiento intuitivo, misterioso y secreto o gnosis de las cosas divinas que conduce a la salvación) o, en el mejor de los casos, nada más un milagro. Sin embargo, la revelación de Dios está allí donde no queremos, en la muerte. Esto es locura para los griegos (1 Corintios 1:18). Por tanto, cualquier interpretación que hagamos de Apocalipsis debe estar en relación a la cruz, al Cordero inmolado. Todo lo que venga de aquí en adelante, su referencia central será Jesús y la cruz, esto le dará sentido al todo.
Teniendo esto en cuenta, entonces llegamos al verso 3 del prólogo del libro en donde aparece una bienaventuranza o makarismo3, dirigida para aquellos que oyen y leen las palabras de esta revelación. Una bienaventuranza es algo que nos da alegría, pero una alegría que solo puede venir de Dios. Es pues una triple bendición: leer, oír y guardar. Y es que el Apocalipsis es concebido como obra para ser recitada en la asamblea comunitaria, ahí adquiere toda su fuerza, esto es algo que no solía suceder con ningún escrito apocalíptico, pero éste debe leerse en comunidad. La iglesia de hecho tenía lectores para esta tarea, eran los heraldos que representaban la Palabra viva, esto ya sucedía en el año 70 d.C. La lectura de la Escritura era el centro de cualquier culto judío (Lucas 4:16; Hechos 13:15).
La Escritura se leía en las sinagogas judías a la congregación por siete miembros de la misma, aunque, si estaban presentes un sacerdote o un levita, se les concedía prioridad. La Iglesia Cristiana adoptó esta costumbre del orden de la sinagoga, y la lectura de la Escritura siguió ocupando una parte central del culto. El problema de hoy es que no leemos y menos escuchamos; tan solo el ir a la congregación pareciera una carga para muchos, no es prioridad, no importa escuchar a Dios, ni meditar su palabra. No basta con levantar el velo, se requiere que el pueblo colabore escuchando y practicando la palabra de Dios.
La tercer bendición es guardar (teiruntes), que significa observar, vigilar, mantener, que no se nos vaya, no quitar la vista de. Pero ¿qué es lo que hay que vigilar, observar, mantener y poner en práctica? La profecía, y ¿qué es profecía? Existe mucha confusión al respecto, hay un reduccionismo típico en la comprensión que popularmente se tiene de profecía, al considerar que esta es un mensaje solo de tipo predictivo cuando en realidad puede ser predictivo o exhortativo.
Fee y Stuart, en su muy valioso libro: La lectura eficaz de la Biblia4, señalan, con base en una exégesis cuidadosa de los textos proféticos, que solo 5% de esos libros tiene algo que ver con el futuro, y eso mayormente muy cercano, cumplido siglos antes de Cristo. Además, según Fee y Stuart, sólo 2% es mesiánico y sólo 1% puede ser todavía futuro. El 95% que no tiene nada que ver con el futuro no es menos profético por no ser predictivo.
Las visiones del Apocalipsis pueden ser del futuro, pero no siempre ni necesariamente. También, pueden ser del presente de Juan (las siete iglesias). En las visiones, los verbos están en tiempo pasado, no en futuro. En el desarrollo de su mensaje pastoral Juan pasa a menudo del presente al futuro (Apocalipsis 1:5-9), del futuro al presente (cf. 1:10) pero también del futuro al pasado remoto (de 11:15-29 a 12:1-3 y siguiente). «Es un error dar una preferencia a priori a interpretaciones futuras, como también es un error comenzar con un prejuicio contra ellas. Juan no era ni futurista ni preterista, sino pastoral. Ahora es nuestra tarea exegética decidir por las evidencias cómo entender cada pasaje»5.
En otras palabras, la profecía es la palabra en su sentido más teológico, el primer profeta en la Biblia fue Abraham (Génesis 20:7) y el fundador del profetismo fue Moisés, y no porque vaticinara el futuro, sino porque era quien hablaba al pueblo de parte de Dios, era el vocero de Dios, y lo que hablaba era su voluntad para bienaventuranza del pueblo. Un mensaje es profético, en sentido bíblico, por su carácter teológico y ético –denunciativo–, no por predecir el futuro. La finalidad de la proclamación de los profetas es llamar a sus contemporáneos a la conversión, al arrepentimiento, y como dice el texto apocalíptico, porque el tiempo, que deja huella y es de Dios –kairós–, está cerca.
Tenemos pues una palabra que si la escuchamos, meditamos y guardamos es de gran bendición para nuestras vidas. Es la palabra que se nos descubre en Cristo pero que cobra sentido en su muerte por nosotros. Esta es una palabra no para el futuro ni para el pasado, sino para el presente, no para el morbo o la especulación o el terror, sino palabra que denuncia, resiste, promete y devela el amor de Dios en la palabra por excelencia, el Logos, Jesucristo, la voz de Dios para nosotros en todo tiempo.
Vivimos en tiempos difíciles, los poderes políticos se ensoberbecen y engañan al pueblo. Hay incertidumbre en lo que pueda pasar, los cristianos no somos perseguidos como antes, pero si somos testigos de la injusticia y la idolatría de nuestro tiempo. Hoy por hoy, necesitamos de la Palabra, de la profecía, no para saber el futuro o adivinar qué viene según nuestras teorías, sino para seguir el modelo de Jesús, el Cordero. Fieles y testigos hasta la muerte, denunciando la maldad y optando por la vida, el amor y el evangelio. Después de todo, como dijera Karl Barth: «Ante la cruz de Cristo, nadie es grande».

Referencias
1 Este tipo de literatura surge en un momento de crisis nacional en el mundo judío, y propone una manera distinta de comprender la vida. Los narradores apocalípticos ven que la realidad es inhumana, bestial, y anuncian juicio que invierta la situación. http://www.lupaprotestante.com/blog/apocalipsis/ Lupa Protestante. Acceso (12.02.2018).
2 Idem. Más que un libro de miedo al fin del mundo, se trata de una invitación a resistir mediante la ética y la liturgia ante las amenazas de los Imperios que destruyen los símbolos de los pequeños pueblos.
3 Son 7 makarismos en todo el libro: 1,3; 14,13; 16,15; 19,9; 20,6; 22,7; 22,14. Se leen uno a la luz de los otros y no se agotan con lo que dice solo uno de ellos. El número de totalidad y plenitud es el 7.
4 Gordon Fee et Douglas Stuart. La Lectura Eficaz de la Biblia, Editorial Vida, Miami 2007.
5 Juan Stam, Leamos el Apocalipsis en Clave Pastoral. Protestante Digital, Febrero 2014. http://protestantedigital.com/magacin/14253/Juan_Stam_Leamos_el_Apocalipsis_en_clave_pastoral

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CRISTO; MEDIADOR DE UN NUEVO PACTO.

CRISTO; MEDIADOR DE UN NUEVO PACTO.

HABÍA LA NECESIDAD DE TENER UN NUEVO PACTO DEBIDO A LA DEBILIDAD DEL PRIMERO (HEBREOS 9:1-10).

  1. El escritor a los Hebreos habla de Jesús como mediador de un nuevo pacto. La superioridad del sacrificio que realizó, al derramar su sangre, establece un nuevo pacto (Hebreos 9:11-15).
  2. El cristianismo se fundamenta en la muerte de Cristo. Sin esta muerte no tendríamos fundamento de nuestra fe. Fue necesario que el dador de la vida muriera en la cruz, para garantizar al ser humano las inmensas bendiciones de la salvación. Sin la cruz no hay nada, solo miseria, oscuridad, muerte y pecado.
  3. Es por eso que aquellos que no acuden con fe a anunciar su muerte hasta que Él venga, vivirán para siempre lejos de su Creador, sin esperanza, sin consuelo y en oscuridad espiritual (1 Corintios 11:26).

ASÍ QUE, POR ESO ES MEDIADOR DE UN NUEVO PACTO (HEBREOS 9:15)

  1. Aarón fue el Sumo Sacerdote en el Tabernáculo, por lo tanto, él era un mediador, pero no logró alcanzar que el hombre fuese restaurado a una comunión plena con el Señor (Hebreos 9:1-10).
  2. Pero Cristo, a diferencia de Aarón, oficia en un Tabernáculo más excelente (Hebreos 9:11). Entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, para una eterna redención (v. 12). Ofreció un sacrificio puro, obteniendo para su pueblo una mejor limpieza (vv. 12-14).
  3. Por esta razón, es decir, por la naturaleza superior y la eficacia de su sacrificio, Cristo fue mediador de un nuevo pacto (v. 15). Solo Cristo pudo presentar una ofrenda excelente con una actitud humilde, por ello es mediador entre Dios y su pueblo.
  4. El pecado era la causa que impedía la comunión entre el hombre y Dios, por lo tanto, si se quería restaurar dicha comunión, entonces era necesario quitar el pecado de en medio y esto fue lo que hizo Cristo Jesús.
  5. Mediador de un nuevo pacto: Cristo Jesús es solo quien puede garantizar ante Dios y los hombres que el pacto no será quebrantado nunca más; vivimos con esta esperanza hasta que Él venga.
  6. Jesús hizo un pacto con su Padre en el cual se comprometía a llevarnos de regreso a Él a través de su encarnación, enseñando a través de su vida perfecta, pero definitivamente por su muerte en la cruz, Él tomo nuestro lugar, de manera que ahora nosotros, los que hemos creído en su Nombre y lo hemos manifestado en el bautismo, podemos entrar en la presencia del Padre por medio de Cristo Jesús Señor nuestro (Juan 14:6).
  7. Para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto (v. 15b). Se afirma la eficacia del sacrificio de Cristo. La muerte de Jesús no solo fue por los creyentes del nuevo pacto, sino también por los del antiguo.
  8. Siendo que los sacrificios en el antiguo pacto solo limpiaban ceremonialmente, fue necesario un mejor sacrificio que quitara el pecado de los corazones de ellos, pues, de no ser así, el hombre siempre estaría alejado de Dios.
  9. Los llamados reciban la promesa de la herencia eterna (v. 15c). Mientras en el antiguo pacto la herencia era terrena, material y por lo tanto temporal, en el nuevo pacto las bendiciones son espirituales y eternas. La sangre de Cristo, sobre la cual se fundamenta el nuevo pacto (Marcos 14:24), garantiza todas las cosas que la gracia de Dios provee para los que creen. Siendo que el pacto es eterno, entonces la salvación que ofrece es eterna y sus bendiciones también lo son.
  10. Ahora los que reciben esta herencia eterna con todas sus bendiciones, son los que han sido llamados. El Señor establece Juan 8:31 una condición para el verdadero discipulado. Tristemente algunos bautizados no son auténticos discípulos del Señor, pues su corazón continúa lejos de Dios. Así que, los herederos de la promesa no son los profesan una religiosidad, sino aquellos que entregan su voluntad a Dios y se complacen en obedecerle. Estos son los que se convierten en verdaderos discípulos de Jesucristo para recibir la herencia.

CONCLUSIONES:

  1. Si aún estuviera vigente el antiguo pacto, nosotros no perteneceríamos al pueblo de Dios (Efesios 2:11-12). Pero gracias a Dios, quien, por medio de Cristo, nos hizo herederos de un nuevo pacto.
  2. Que nuestro corazón se humille en una verdadera adoración a Dios, quien en su amor y gracia nos tomó en cuenta estando lejos del pacto, para acercarnos a su gloria.
  3. En medio de las tribulaciones y angustias de esta vida, siempre debemos recordar que tenemos una herencia eterna con Dios, la cual fue ganada para nosotros por un alto precio, el de la sangre de Jesús, por lo tanto, esforcémonos en medio de las tribulaciones, avanzando con gozo, poniendo nuestra mirada en el galardón precioso que el Señor ganó para nosotros.
  4. Participemos de este momento, recordando el gran sacrificio de nuestro Señor Jesucristo, por quien tenemos este nuevo pacto. ¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? (Hebreos 9:14). Renovemos el compromiso con Dios y sigamos fielmente a nuestro Señor y Salvador Cristo Jesús.

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PUNTO DE FE: LA CENA DEL SEÑOR

PUNTO DE FE 15. LA CENA DEL SEÑOR

La celebración de la Cena del Señor es un acto sagrado ordenado a la Iglesia como memorial de la muerte de Cristo y anuncio de su venida. Al participar en la mesa del Señor se revitaliza el pacto que en el bautismo se hizo con Dios y la comunión de la Iglesia como cuerpo de Cristo. La comunión de la Cena es la participación del pan ázimo y jugo de uva, como emblemas del sacrificio de Jesús.

La Cena del Señor es un acto sagrado

La Cena del Señor, es la celebración Cristiana que se realiza cada año para conmemorar la muerte de Cristo y anunciar su venida1, mediante la participación comunitaria de los emblemas: pan ázimo y el jugo natural de uva. También es llamada “la Comunión de la Sangre y del Cuerpo de Cristo”2; “la Mesa del Señor”3 y “Acción de Gracias” (eucaristía del griego eúcaristesas)4. El pan es símbolo del Cuerpo de Cristo y el jugo de uva es representación de su Sangre por medio de la cual hizo el Nuevo Pacto.5

11Corintios 11:23-26; 21Corintios 10:16; 31Corintios 10:21; 41Corintios 11:24; 5Lucas 22:17-19

El pan ázimo y el jugo natural de uva son representaciones simbólicas que tienen valor sólo dentro de la realización de la liturgia. La fecha para su celebración, se determina de acuerdo al calendario hebreo pues Jesús la instituyó en el marco de la Pascua Judía, fiesta que comienza el día 14 de nisán, primer mes del año1, y que anunciaba el renacimiento de la vida y la misericordia de Dios que trae liberación y vida plena.

1Mateo 26:17-19

En la Cena del Señor se revitaliza el pacto

En la Cena del Señor los creyentes se unen espiritualmente con la muerte del Señor y el pacto que selló con ella1. Por esto, los emblemas los motivan a la reflexión y valoración de lo que hizo el Señor por ellos y que los llevó al bautismo para convertirse en una comunidad de redimidos que espera su regreso2. El llamado a la reflexión y valoración de la conducta tienen como fin, promover la participación responsable de los Bautizados en la comunidad, invitando a quien se sienta indigno, a modificar su conducta errada. Ningún creyente debe abstenerse de participar de la Cena3.

Una vez terminado el culto, la función de los emblemas termina, el jugo de la uva y el pan ázimo son otra vez producto de consumo ordinario puesto que no son realmente la carne y la sangre del Señor, ni la contienen.

1 Mateo 26:26-30; 21 Corintios 11:25-26; 3 1Corintios 11:27-34; Jeremías 2:19

En la Cena del Señor se revitaliza la comunión de los creyentes

En la Cena del Señor se reflexiona acerca de la relación del creyente con Dios y también sobre el valor que tiene la Iglesia, en la que se participa todo el año, como Cuerpo de Cristo. Por eso, tiene mucha importancia que los creyentes se esperen unos a otros, y así, juntos, en comunión, participar de la Cena1 reafirmando su decisión de seguir a Jesús y esperarle en comunidad.

11Corintios 11:33-34

EXALTACIÓNES DISTRITO 13

EXALTACIÓN A MINISTROS Y DIÁCONOS, DISTRITO 13

El pasado sábado 15 de enero del presente año, se realizó la exaltación de seis ministros y cinco diáconos de nuestra iglesia en la ciudad de Veracruz.

En un hermoso y bendecido culto en el que se contó con la presencia del Min. Pedro Martínez Campos, presidente del Consejo Ejecutivo General, y el Min. Juan Manuel Jiménez Castro, Sobreveedor del Distrito 13, se nombraron ministros a los hermanos: Elías Fernández, Efrén Guzmán, Miguel A. Hernández, Amador Valdés, Andrés Chagala y Salomón Martell.

De la misma forma se exaltaron como diáconos a nuestros hermanos:
Isaac Lorenzo, Gamaliel Rosas, Heliel Habacuc Santos, Moisés Fernández y Leopoldo Hernández.

Deseamos que Dios sea con ellos en esta labor a la que han sido llamados y que su trabajo sea de edificación para nuestras congregaciones.

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REUNIÓN DEPTOS. Y SOCIEDADES 2017

CONVOCACIÓN DE DEPARTAMENTOS Y SOCIEDADES 2017

Los días 4 y 5 de febrero del presente año se llevó a cabo la Convocación Nacional de Directores Distritales de Departamentos y Sociedades.

Con más de 400 asistentes en las oficinas generales de nuestra iglesia, se brindaron herramientas a líderes de sociedades y departamentos para que estos, a su vez, capaciten a más hermanos y hermanas en sus Distritos. Damos gracias a Dios por el entusiasmo de los participantes y pedimos sus oraciones para que todas las congregaciones del país sean bendecidas a través de nuestras sociedades y departamentos y así continuemos perseverando en la misión.

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