Influencias

“INFLUENCIAS”

Iván Alexander Zamudio Ortiz, 12 años, Veracruz, Ver.

La influencia es el poder que tiene una persona para controlar o modificar la forma de pensar o actuar de alguien; todos tenemos un amigo que tiene influencia sobre otros o incluso sobre nosotros, y esta puede ser en ocasiones para bien o para mal. Los amigos pueden ejercer presión sobre nosotros para hacer algo que sabemos que es incorrecto. Esta influencia que ejercen los amigos que puede llegar a ser muy perjudicial para nuestra vida cristiana.

Siempre debemos recordar lo que nos dice Pablo en Romanos 12:2: “No vivan como vive todo el mundo, al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto.”

Cuando intentas ser alguien que no eres en realidad, al final del día no solo sufres tú, sino también tus padres, ya que pueden ver esos cambios, y sufren incluso sin decirnos, lloran en silencio con la preocupación de no saber qué hacer, de no saber qué está pasando en nosotros; pues como adolescentes nos cerramos y sólo nos expresamos en nuestro grupo de amigos, en muchas ocasiones.

Hace tiempo me sentía perdido y no sabía qué hacer, empecé a cambiar mi actitud, pues notaba que mis amigos eran “muy felices” con cierta manera de ser, hablando malas palabras y haciendo cosas que no eran correctas, así que decidí “encajar” y comportarme como ellos. Al paso de los días noté que en lugar de sentirme mejor era todo lo contrario, porque al llegar a casa mis padres me decían lo orgullosos que estaban de mí y que era el “hijo perfecto” para ellos. Eso me entristeció y decidí buscar a Dios para que guiara mi vida y me permitiera hacer lo correcto día a día. Entre esas tantas cosas que hice, decidí hablar con mis padres y ser yo mismo, la persona que Dios ama y conoce; pero también, tomé la decisión de influenciar en mis amigos para que ellos puedan ser mejores cada día e impulsarlos en las cosas buenas y que más les agradan.

¿Alguna vez has sido Influenciado por alguien? ¿Cómo afectó esto en tu vida cristiana? ¿Qué haces para influenciar en tus amigos?

Aunque lo quisiéramos, no todas las personas son una buena influencia, y pueden llegar a cambiar nuestra forma de pensar y actuar, por eso debemos de darnos cuenta quiénes son las mejores para nuestra vida, tomar lo bueno y dejar lo malo. Estas amistades pueden ser incluso peligrosas para nuestra salud, si nos invitan a beber, nos incitan al uso de drogas o nos distraen de cosas realmente importantes.

Recuerda siempre ser una influencia para los demás y seguir CREE100NDO en Dios.

Tres retratos de Dios

Tres retratos de Dios

Min. Ausencio Arroyo G.

“Si el Señor no me hubiera ayudado, yo estaría ya en el silencio de la muerte.

Cuando alguna vez dije: “Mis pies resbalan”, tu amor, Señor, vino en mi ayuda.

En medio de las preocupaciones que se agolpan en mi mente, tú me das consuelo y alegría”.

(Salmo 94:17-19, DHH)

Hablar de Dios es hablar de lo infinito y absoluto, de lo invisible y totalmente diferente. Dios es aquel que existe por sí mismo, es aquello que está más allá de los límites de nuestro lenguaje y por tanto, es imposible definir con términos concretos. Sin embargo; el inaccesible se hace accesible. Dios se revela a todos en el mundo visible, en los actos de la historia de su pueblo y en las manifestaciones cotidianas de gracia. Si somos sensibles, podremos ver que todo nos habla de Dios. Los elementos y fenómenos de la creación nos declaran sus atributos y su manera de ser.

Para hablar de la naturaleza y el carácter de Dios, los escritores bíblicos recurren al uso de metáforas como imágenes mentales de lenguaje que funcionan como un puente que nos permite acercarnos a quien es trascendente y Santo. La Biblia está llena de metáforas que describen las experiencias de quienes caminaron con Dios. Veamos aquí tres de éstas a las cuales llamamos retratos que funcionan como vehículos de entendimiento para acercarnos a la realidad espiritual. Así que veamos quién es Dios:

  1. Sustentador de la vida. Si el Señor no me hubiera ayudado, yo estaría ya en el silencio de la muerte.

La vida es posible por las leyes a las cuales está sujeta la creación. El mundo funciona como una máquina maravillosa: un día sigue al otro, la lluvia llega a su tiempo, vuelve la primavera después del invierno, las montañas permanecen en su sitio, las aves trinan cada mañana, y tantos y tantos prodigios, grandes y pequeños ocurren simultánea y consecutivamente a lo largo de los siglos. Además, entre la humanidad hay más bien que mal, hay más gente dispuesta a amar, a dar, a honrar a otros, a cuidar y proveer porque hay algo de Dios en cada persona humana.

Son muchos y muy variados los factores que intervienen para que se geste y consolide una vida. Los seres humanos somos tan frágiles e indefensos y estamos expuestos a innumerables elementos que pueden truncar una existencia: enfermedades, accidentes, descuidos o maldad humana, ignorancia, entre otros. Se requieren de infinitas manifestaciones divinas para consolidar una vida. La existencia es más que un milagro, es una cantidad enorme de milagros, algunos de ellos nos llegan a ser visibles, pero de la mayor parte no nos damos cuenta, porque Dios hace funcionar la creación de tal manera que permanece oculto en los principios de su obra.

Vivimos en un universo que tiene equilibrio en sus elementos químicos y que mantiene las leyes físicas. Hay una distribución que viene del diseño divino, no es casualidad y menos intervención humana, por ejemplo: nacen, más o menos la misma cantidad de hombres y mujeres, hay la cantidad de oxígeno necesaria para la vitalidad de nuestros cuerpos, las temperaturas de la tierra son las apropiadas. Entre muchos aspectos.

Pero, también, en las experiencias personales hallamos la intervención de la mano de Dios para salvarnos. Al revisar nuestras historias, nos damos cuenta de cuántas veces se pudieron haber truncado nuestros años, ya que siempre estamos expuestos a la finitud por diferentes circunstancias. Sin embargo; no nos damos cuenta de esto hasta que nos encontramos con situaciones límite. No percibimos lo complejo del buen funcionamiento del mundo que habitamos hasta que algo sale de su curso y se torna amenazante. La tierra firme proporciona estabilidad y bienestar, pero si ocurre un movimiento de las capas tectónicas, dependiendo de las dimensiones, puede producir daño en las edificaciones y provocar la muerte o al menos generar terror y confusión. Los microorganismos son necesarios para la vida, tienen funciones de transformar o degradar ciertas materias, convertirlas en un bien a nuestros cuerpos, pero si mutan o se alteran pueden traer graves daños.

La vida son milagros diarios que a diario olvidamos. El salmista nos revela cómo es el Señor, él reconoce que la vida es posible gracias a la intervención divina. Si el Señor se retrajera del universo, si se abstuviera de actuar, si dejara el mundo a la deriva, el mundo entero naufragaría y perecería sin remedio. El salmista nos declara su experiencia personal: ha sido preservado y su vida ha florecido por la disposición benevolente del autor de la vida. Cada día de existencia que alcanzamos, cada etapa que cumplimos aplaza lo inevitable. La vida es posible por la misericordia y el poder de Dios.

  1. Cuidador eficaz. Cuando alguna vez dije: “Mis pies resbalan”, tu amor, Señor, vino en mi ayuda.

Lo que creemos de Dios determina la actitud ante las adversidades. Nuestras creencias son los mejores recursos con que contamos para enfrentar la vida, ellas son el fundamento de nuestras acciones. En esta frase el salmista pinta un hermoso cuadro de reposo espiritual. A la hora de la necesidad, a la hora del dolor, mi fuerza y mi coraje vienen de Aquel que está junto a mí. Cuando mi mundo se derrumba y mi corazón se rompe, sé que no estoy solo, que Dios es mi cuidador. La NVI dice: “No bien decía: “Mis pies resbalan”, cuando ya tu amor, Señor, venía en mi ayuda”.

Nuestra historia como creyentes tiene momentos donde Dios parece distante y ajeno a nuestros sufrimientos. El cruce por los valles oscuros no son fáciles ni agradables. Cuando la fe es quebrantada en las pérdidas y sentimos desfallecer, en esas horas de lucha interna, buscamos refugio en Aquel que es fiel y que nos guardará hasta el final. Un himno clásico lo señala así:

Dónde está Dios, pregunté, cuando todo me iba mal,

Dónde está Dios preguntó mi ser; si existe, dónde está,

Yo lo busqué sin descansar por los templos de la ciudad,

Sólo en el templo de una oración al fin hallé la paz.

Jamás pedí riquezas, yo no puedo pedir más

Estrellas, cielos, luna, mar. Señor soy rico ya

Busca al Señor no lo dudes más, donde quiera que vayas irá,

Una oración bastará, verás. Allí lo encontrarás…

(Al alcance de una oración)

Podemos caminar confiados sabiendo que nuestro pastor va adelante de nosotros. Sus promesas son verdaderas, Él ha dicho: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” Juan 10:27-28. El cuidado de Dios a través de Jesús nos llena de seguridad y su cercanía nos permite disfrutar la paz interior. Jamás estamos solos. Esta vivencia no se crea en el instante, proviene de una relación cultivada a lo largo de los días. La belleza de esta imagen proporciona certidumbre y confianza. Dios está cercano e inmediato a sus criaturas, su disposición es cuidar a quien le invoca. Antes de pedirlo, antes de saberlo, el Padre ya cuidaba te ti y de mí.

  1. Alegre consolador. “En medio de las preocupaciones que se agolpan en mi mente, tú me das consuelo y alegría”

Somos peregrinos del polvo, somos frágiles papalotes agitados por el viento, tan solo sostenidos por un hilo invisible. A lo largo de la vida serán muchos los quebrantos: por los sueños rotos, por las oraciones que no llegan, por las traiciones de los amigos, porque extrañamente te sientes solo o sola, porque las voces ajenas te dicen que no vales, porque debes tomar decisiones que van a lastimar a quienes te importan, porque tu amor tarda demasiado, por esas heridas profundas que no sanan, por tus rutinas vacías, porque no puedes vencer tus luchas internas, porque fallaste una promesa. Son muchas las veces que caminamos cerca del abismo y la desesperación. En el proceso de crecer, vamos aprendido que la vida está llena de preocupaciones.

Todos enfrentamos condiciones de sufrimiento: por la pobreza, por enfermedades crónicas, por abandonos, por la muerte de seres amados, por abusos diferentes, por frustraciones de los planes, por una familia tóxica. Pero, también son muchos los factores externos, como la amenaza del COVID 19. Esta epidemia que se extiende sobre la humanidad es una sombra oscura que absorbe el amor y la esperanza y así, en un abrir y cerrar de ojos hemos perdido la quietud del alma. En el momento del confinamiento se despertaron los miedos agazapados dentro. Sin duda, son muchas las angustias y aflicciones, como padres, madres e hijos. Nos duele lo que dejamos de hacer y de ganar, nos duelen los que enferman, los que mueren, los que quedan con el vacío. Nos duele la muerte visible de tantos, nos duele la muerte posible de cada uno.

Frente a la realidad de la muerte el alma se perturba. La gente que teme a la muerte y se aferra a la vida de forma desesperada es porque sospecha que esta vida es todo lo que existe. En medio de la angustia y los miedos, la presencia del Padre conforta nuestro corazón. Su Palabra es aliento y fortaleza en las tribulaciones. Se dice del Salmo 23 que “ha secado muchas lágrimas y ha dado el molde en el que muchos corazones han encontrado la paz” (citado por Harold Kushner. ¿Quién necesita a Dios? Ed. EMECE. P. 172). Cuando las cosas marchan bien, Dios es indefinible; pero en los tiempos de crisis Dios se vuelve real y comprometido para nuestra conciencia. En el fondo, afirmamos que de no ser por Él no habríamos salido adelante.

La fe en Dios, como sentido pleno de la vida, nos permite transformar las desgracias en oportunidades de bendición. Gracias a la disposición de fe encontramos motivos de alegría espiritual en medio de las tormentas. Dios es la presencia que necesitamos en esta hora de incertidumbre y aflicción, Él nos hace sentir la consolación en nuestra vulnerabilidad.

Estos retratos nos cuentan cómo es Dios, su manera de ser es vida, confianza y gozo, en esta visión enfrentamos las condiciones de adversidad. Ante la realidad amenazante recuerda que Dios es quien hace posible que vivas, Él está cerca y nos brinda consolación en las preocupaciones. ¿Es este el Dios en el que cree?

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La fe y nuestras emociones ante la contingencia

La fe y nuestras emociones ante la contingencia

Min. Ausencio Arroyo García

Ante el periodo de reclusión doméstica, los especialistas han señalado que, la condición de encierro que empezamos a padecer a causa de la contingencia podría provocar diversas emociones negativas, que si se prolongaran o se expresaran inadecuadamente suscitará conflictos internos o de relaciones. Por emoción nos referimos a la: Alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática (RAE).

Frente a los niveles de ansiedad a los que estamos expuestos, la Palabra y el Espíritu de Dios nos dan la dirección y sana contención para salir bendecidos de la difícil prueba que enfrentamos. Las Escrituras nos orientan a cuidar el corazón (Proverbios 4:23); en el trasfondo hebreo, el corazón es el asentamiento de las decisiones; como creyentes, se espera que mantengamos la pureza y el equilibrio interno a fin de que nuestro carácter y conductas sean acordes a la fe que profesamos. El camino de las emociones es diverso y múltiple, no en todos tendrá la misma manifestación; es fundamental mantenernos vigilantes cuidando el corazón y las emociones.

EMOCIONES QUE PODRÍA EXPERIMENTAR DURANTE LA CONTINGENCIA:

Miedo: podemos temer perder el bienestar material, físico y familiar. El miedo es de alto riesgo porque si está fuera de control provoca conductas disfuncionales. El miedo se acrecienta cuando enfocamos la mirada en los peligros y no en el Señor del pánico (Mateo 14:30) y la superación de este se halla en el dominio del amor de Dios en el corazón del cristiano.

Enojo: la sensación de estar padeciendo algo injusto y las restricciones de espacio, posibilidades de acción y pérdida del control de la vida, despierta la animadversión contra las circunstancias, las autoridades o incluso, las personas cercanas que, en su percepción; se apropian de su tiempo, sus energías y sus recursos. El enojo fuera de control puede conducir a conductas violentas. Si dejamos que se manifieste tal cual, la ira podría explotar y lastimar a personas que amamos o a extraños y dejar daños físicos, materiales, emocionales o espirituales. El Señor nos confronta sobre el manejo de la ira, si bien no prohíbe la posibilidad de sentir enojo, sí exige que la mantengamos dentro de los límites para no cometer pecado (Efesios 4:26; Santiago 1:20), el desarrollo del carácter cristiano conduce al dominio propio (2 Timoteo 1:7). Es mejor hablar las frustraciones y el enojo que experimentemos que actuar la ira. Hable con un consejero pastoral y ore pidiendo a Dios tener dominio propio.

Tristeza: las diferentes pérdidas producen la idea catastrófica de que ocurrirá algo peor, que nada merece el esfuerzo y quizá lleve al deseo de no hacer nada. Generalmente se asocia con la sensación de soledad. A veces surge de peligros reales, otras son sólo imaginaciones. Para sobreponernos a esto, la Biblia nos enseña que los hijos de Dios no estamos solos: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”, Salmo 34:7. Somos invitados a celebrar en la presencia del Señor y a compartir las bendiciones con el prójimo: “El gozo del Señor es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10). Podemos encontrar formas de vincularnos con los hermanos para enfrentar juntos el pesimismo.

Aburrimiento: el encierro en un espacio restringido y en el ciclo diario repetitivo reduce la poca animosidad con que se cuenta al comienzo de la contingencia. La tentación consiste en hacer del ocio mera pasividad, como quedarse demasiado tiempo en cama o llenar las horas con entretenimiento de las pantallas. La holgazanería hace perder los regalos del Señor: (Proverbios 6:6-11; 19:15; 21:25; 20:4). No hay que desaprovechar la ocasión, la inteligencia es descubrir la oportunidad (26:13-16). El esfuerzo atrae la bendición de Dios (14:23). El trabajo lleva a la prosperidad y la indolencia a la penuria. En todo momento se debe tener presente la afirmación de 10:22. Como seres que somos a imagen y semejanza de Dios, estamos dotados de capacidades creativas para dar forma al caos y hacer existir lo que aun no existe.

Ansiedad: Es la sensación de intranquilidad y zozobra. Lo denominamos por estar nerviosos, ya sea por tener un presentimiento de algo desafortunado o por la estrechez que se percibe (Salmo 4:1), en medio de los problemas la mente se cierra y no alcanza a mirar soluciones. La ansiedad conduce al mal humor, decaimiento, aislamiento o parálisis emocional, lleva al desgaste físico, emocional e incluso espiritual.

RECURSOS DE LA FE CRISTIANA PARA CONTRARRESTAR LOS EFECTOS DE LAS EMOCIONES NEGATIVAS:

  1. Tenga gratitud (Salmo 103:1-3). El agradecimiento proviene de reconocer las bendiciones gratuitas que viene de Dios. Consiste en sabernos favorecidos de manera desinteresada. Cómo podemos fortalecer el espíritu de agradecimiento: mire todo lo que le rodea, no se concentre en lo que ha perdido o lo que le falta, atienda todo lo bello y bueno que sucede junto a usted, aunque sean cosas pequeñas (el vuelo de un colibrí, un brote de higo, el reencuentro de un amigo, lluvia mansa en el jardín, una comida deliciosa en casa), son significativas. Recuente el mal que no padece, de cuántas adversidades posibles ha sido librado, cómo ha recuperado la salud o resuelto problemas. Afirme la bondad que recibe, recuerde las personas que han estado cerca y le han brindado cuidado y afecto sincero, los favores de diferente índole que ha recibido.

Agradezca sus posesiones significativas, las habilidades y cualidades que posee. Revalore a las personas que forman parte de su vida, recuerde las experiencias que le han hecho feliz. Considere que los problemas, bajo el aliento del Espíritu pueden suscitar grandes oportunidades de fortaleza espiritual. De una manera práctica, haga una lista diaria de siete elementos que formen parte de su vida o que haya tenido en algún momento, por las que sienta gratitud, las puede escribir. Identifique, cada día, una fotografía personal o familiar que le despierte sentimientos positivos.

  1. Tenga mayor consciencia de su ser íntimo (Proverbios 4:23). Todos somos capaces de hacer el bien y el mal, todos tenemos áreas pecaminosas en las que se hace más visible nuestra naturaleza humana caída. Cuando no manejamos sana y justamente esta realidad, se hace visible por nuestras conductas y carácter; podemos caer en dos expresiones equivocadas: la culpa excesiva que nos lleva a considerarnos siempre indignos, no merecedores de gozo ni bienestar; o bien desviamos nuestra atención hacia otros, que presentan debilidades similares a las nuestras que pretendemos ocultar.

Desarrolle la aceptación de aspectos no amables de usted mismo y de otros, porque usted ha sido aceptado incondicionalmente por el amor de Dios que se ha revelado en Jesús. Permita que esta actitud de fe madura, fortalezca su sentido de ser perdonado y su aceptación del don amoroso de la gracia de Dios, más que dejarse dominar por sentimientos improductivos de culpa. Trate su cuerpo como habitación de Dios. Evalúe las creencias y los valores aprendidos de su infancia y reafirme y retenga sólo aquello que sea verdadero para su mente y corazón adultos. Aprenda a aquilatar sus dudas honestas, viéndolas como etapas de crecimiento de su fe aún cuando esto perturbe su necesidad nostálgica por una seguridad espiritual. Armonice sus valores éticos que guían su vida con su entendimiento del amor, la justicia y la plenitud para toda la gente en cualquier lugar, tienda puentes, no barreras, entre usted y otros con quienes tiene diferente entendimiento de Dios y de lo que es una vida correcta. Hoy, más que nunca practique auto-cuidado espiritual cada día, invierta tiempo en actividades como: meditación, oración, estudio serio, o escribir un diario en los aspectos religiosos que afectan su vida.

  1. Exprese amor ágape hacia los demás: incondicional y consistente (Juan 13:34). Haga posible que su fe incremente su esperanza y su paz interna, así como su entusiasmo por la vida y su deseo para servir a otros. Haga saber a los suyos el afecto, diga sus sentimientos por escrito o en forma verbal. La manera cristiana de tratar a los demás es con la misericordia, ésta consiste en hacer algo por los demás, a la manera de Dios (Isaías 54:10). Este amor se expresa en otorgar perdón a los que han caído, ser generoso con los débiles. Ser compasivos con quienes nos defraudan. Otorgar perdón nos llena de beneficios espirituales: nos mantiene sanos, preserva la alegría de vivir, recuperamos el control de nosotros mismos, hacemos de la vida algo más justo, detenemos el dolor de la herida, soltamos la amargura, aceptamos el perdón de Dios.

Si amo a mi prójimo voy a ser paciente con personas atípicas, quienes llegan a sernos desagradables. Antes de juzgar, entienda que cada uno tiene sus motivos y muchas veces los desconocemos. Expresar amor cristiano se hace evidente en el apoyo que se brinda a quienes están sufriendo (Proverbios 3:27). De la misma manera, nos compromete a hacer bien a los adversarios. La prueba más desafiante es hacer el bien a quienes nos hicieron o hacen daño, lo cual no quiere decir que estamos obligados a quedarnos en el lugar del daño, significa que no estamos buscando el desquite ni los alegraremos si sufre quien nos lastime. La manera de eliminar a un enemigo es convertirlo en amigo. Deje que Dios empareje las cosas (Romanos 12:17-21).

  1. Alinee su corazón al propósito de Dios para su vida (Filipenses 3:12). La desilusión ocurre cuando no se cumplen las expectativas que tenemos sobre Dios y nuestros anhelos. Nos sentimos decepcionados cuando lo que esperamos o soñamos no se realiza. Imaginamos la vida de una forma y le expresamos a Dios esos deseos con fervor y confianza; sin embargo, muchas veces, parece no responder a las oraciones. Nuestra búsqueda convencional de Dios, si lo observamos, consiste en hacer nosotros los planes y luego pedir al Señor que los bendiga, como que si supiéramos qué es lo que nos conviene en la perspectiva completa de las cosas y lo que requerimos es nada más un poder que lo haga posible. Este esquema condiciona a Dios a actuar según nuestro deseo y entendimiento. Pero, hay algo invertido en este modelo. Dios sabe lo que es mejor para nosotros y fue Él quien permitió que viniéramos a la vida con un propósito (Jeremías 1:5; 29:11). En lugar de orar diciendo: Dios bendice mis planes, deberíamos orar: buen Dios, quiero hacer los planes que has bendecido para mí. Quiero entender lo que pides que haga, quiero hacer tu voluntad. Vivir la vocación es la experiencia única que satisface y gratifica en lo más profundo del ser. La persona que no cumple el llamado divino, por muy feliz que parezca siempre será como un extranjero y errante en la vida.
  1. Deje en Dios todos sus motivos de ansiedad (1 Pedro 5:7). La epidemia, entre otros efectos, golpea el orgullo humano que cree tener todo bajo su control y nos recuerda que aunque tenemos libertad de actuar, nosotros no tenemos el dominio de la creación y ni de las consecuencias de nuestras decisiones. Pero, los creyentes, vivimos confiados en Aquél que tiene el mundo en sus manos y nos conduce en los valles oscuros. Entre otras cosas, tener un verdadero descanso nos proporcionará las energías para enfrentar el clima adverso, día a día. Un Salmo muy conocido dice: “en paz me acuesto y me duermo, porque sólo tú, Señor, me haces vivir confiado” (4:8) NVI. Esta expresión describe la actitud de alguien que al ir a la cama puede soltar todas las preocupaciones, dejarlas en la voluntad del Padre eterno quien de verdad tiene el poder de guardarnos. El reposo se consigue al soltarnos en sus planes y cuidados.

Nuestra vida está escondida con Cristo en Dios, declara Pablo (Colosenses 3:3). Todo lo que somos, nuestra esencia e identidad, no pueden desaparecer ni con las amenazas de la vida ni de la muerte, Dios es eterno y estamos en su corazón y memoria para siempre. Mientras no nos soltemos de su mano, nada nos podrá separar de Él.

El escritor de la carta a los Hebreos afirma: “Hay dos cosas imposibles: que Dios mienta y que no cumpla lo que promete. Esas dos cosas nos dan confianza a los que nos refugiamos en él. Nos fortalecen para continuar en la esperanza que Dios nos da. Tenemos esa esperanza tan fuerte y segura como un ancla que sostiene el alma”, (6:18-19a BPD). El ancla del alma es la esperanza. Frente a las tormentas de la vida, nuestro ser se aferra a lo seguro en las profundidades de la existencia. El mal y el sufrimiento son temporales, pero las promesas de Dios son eternas, podemos sentir la fortaleza de su gracia y poder. La esperanza consiste en la confianza que la adversidad pasará y que saldremos victoriosos porque Dios es fiel e invencible.

RECOMENDACIONES FINALES

Mientras la prueba permanece, haremos bien en seguir algunas recomendaciones de especialistas.

  1. Mantenga la perspectiva completa: la mayoría de las personas pueden contraer el virus y superarlo sin manifestar ningún síntoma serio. Es importante tomar las medidas de higiene que se indican.
  2. Conozca los hechos. Adopte un enfoque analítico sobre la epidemia en los reportes diarios de las instancias de salud.
  3. Comente en familia. Comunique a su familia sobre la enfermedad, conforme a sus edades. Dé oportunidad, sin juzgar, para que expresen sus emociones y recuerde las palabras del Señor: “En el mundo tendrás aflicción, más confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).
  4. Evite sobreinformación. Elija un horario de ver o escuchar las noticias al respecto, se recomienda al medio día; procure no seguir con obsesión el número de víctimas por la epidemia.
  5. Mantenga contacto social. La distancia física no implica separación de los lazos de afecto. Por diferentes medios usted puede compartir sus sentimientos.
  6. Mantenga un arreglo de su cuerpo y vestido. Aunque no vaya a salir de casa, vístase como un día de actividad. Le ayudará a organizar los momentos del día.
  7. Respete sus horarios de sueño. Ayude a su organismo a armonía de sus elementos químicos de buen estado de ánimo (como la serotonina y otros).
  8. Haga ejercicio regular en casa. Vea orientaciones al respecto.
  9. Aprenda algo nuevo. Existen muchas alternativas para invertir energía mental.
  10. Acceda a la luz del día en los horarios recomendables, y ámbitos de la naturaleza, cuando sea posible.
  11. Aliméntese sanamente y manténgase hidratado.
  12. Brinde a los niños un espacio seguro para sus juegos y divertimentos que promuevan emociones positivas.

1(American Psychological Association (APA, 2020). Five Ways to View Coverage of the Coronavirus. https://www.apa.org/helpcenter/pandemics; https://pavlov.psyciencia.com/2020/03/74f289d2- recomendaciones_psicologicas_uba.pdf ):

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Comunicado 31/03/2020

A la Iglesia de Dios en Mexico sobre Covid 19 (31 marzo 2020)

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CRISIS DE CREENCIAS

CRISIS DE CREENCIAS. LA LABOR PASTORAL.

Los líderes cristianos antes del amanecer oraban pero fueron interrumpidos estrepitosamente por ruidos y gritos. Las autoridades habían hecho repetidos intentos por convencer a los creyentes para que renunciaran a su lealtad a Jesucristo, habían fracasado. Sin embargo esta vez no había lugar para discusiones. En cuestión de segundos los cristianos se vieron rodeados por un grupo de soldados romanos que inmediatamente los encadenaron y los llevaron a un lugar desconocido. Después, fueron sacados al Coliseo lleno de una bulliciosa multitud ansiosa de ver la espeluznante ejecución. Este grupo fue llevado ante el gobernador quien les ordenó que renunciaran públicamente a su fe en Jesús, el hijo de Dios. “Juren que el César es el Señor y los pondré en libertad” –exigió el gobernante– “de lo contrario, tendrán que enfrentarse a los leones”. Uno de los seguidores de Jesús dio un paso adelante y enérgicamente respondió: “He consagrado mi vida a Jesucristo, el hijo del Dios viviente, y es su voluntad que muera hoy, aquí, que así sea. No puedo renunciar a Cristo” –“Yo tampoco” –dijo uno de sus compañeros. –“Yo serviré a Cristo” –mencionó otro de ellos. El gobernador levantó la mano y respondió: “Ustedes lo han decidido”. Tras ello, los soldados abrieron las puertas, el gentío se levantó enardecidos mientras los leones fijaban su hambrienta atención en los jóvenes1.

Puedes usar tu imaginación y escenificar lo que ocurría en el tiempo de los césares romanos para intentar erradicar el cristianismo; pero la fe, la convicción y el amor por quien hizo posible nuestra salvación en la cruz del calvario debe ser nuestra “lealtad” aún ante el peligro de muerte.

Pastor, líder, mamá, papá, maestro: Necesitamos ayudar a los adolescentes a enfrentar con firmeza los retos que la cultura de hoy les presenta. En palabras del escritor Josh MacDowell les invito: “Si bien, necesitamos tenerle miedo a lo que nuestros jóvenes están tentados a hacer, necesitamos estar más preocupados por la enseñanza que reciben sobre aquello en lo que deben creer.”

Para esta generación adolescente, por gracia del Señor, tenemos algunas herramientas que darles. Por ejemplo, contamos con el “Fundamento doctrinal” de nuestra Iglesia; los 28 puntos de fe divididos en sus tres secciones (Salvación y gracia, Vida cristiana y Escudriñamiento). Les puedo sugerir el estudio de la primera sección y en forma de diálogo, en tiempo presente, pregunte a sus muchachos: ¿Quién creen que es Dios? ¿Cómo creen que es Dios? ¿Cómo conocen a Jesús?

En la investigación “Third Millennium Teens” (Los adolescentes del Tercer Milenio) la mayoría de los encuestados se identificó pertenecer a un movimiento cristiano. La encuesta llegó a las siguientes conclusiones:

  • El 80% cree que Dios creo el mundo.
  • El 84% cree que Dios se involucra personalmente en la vida de la gente.
  • El 87% cree que Jesús fue una persona real.
  • El 78% cree que nació de una virgen.

Sin embargo, no obstante estos conceptos:

  • El 63% también cree que los musulmanes, budistas, cristianos judíos y todas las demás gentes oran al mismo dios, aunque llamen a su dios por otro nombre.
  • El 48% cree que no importa con qué región te asocias, porque todas tienen los mismos principios.
  • El 51% dice que Jesús murió pero que NO resucitó.

Querido líder: trate al grupo de adolescentes como sus propios hijos, no exija que aprenda solamente los conceptos por la fuerza, sino estimúlelos y oriéntelos con paciencia. En forma personal tengo recuerdos inolvidables sobre el trabajo con este grupo, incluso llegamos a recorren lugares de la república apoyándolos en sus ministerios. Les invito en aprovechar las virtudes de los muchachos. Formen con amor y acompañamiento constante un carácter cristiano responsable para que proclamen el hermoso poema ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que publica la paz, del que trae nuevas de bien, del que publica salud, del que dice a Sion: Tu Dios reina! (Isaías 52:7)

Pastor, no olvides a tu grupo de adolescentes. Acompáñalo con cariño y tu ejemplo. Formemos en esta generación creencias firmes y sólidas que ante la adversidad se mantengan de pie, basados en Cristo Jesús.

Con amor cristiano.

Min. Francisco Toto

BIBIOGRAFÍA

McDowell, J., & Hostetler, B. (2003) Convicciones más que creencias. EUA: Mundo Hispano.

Comunicado 18/03/2020

COMUNICADO CEG 18/03/2020

A la Iglesia de Dios (7º día) en México.

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Gratitud, una ofrenda de amor.

GRATITUD, UNA OFRENDA DE AMOR

“Así que nosotros, que estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a Él le agrada, con temor reverente.” (Hebreos 12: 28, NVI)

Una de las afirmaciones más significativas de la palabra de Dios es que su Reino se ha acercado a la humanidad y es nuestra decisión vivirlo. Tal como menciona el escritor de Hebreos, al recibir este Reino, debemos ser agradecidos y, por ende, esta gratitud se traduce en una verdadera y honesta adoración al Señor con una reverencia y sometimiento pleno a su voluntad.

El concepto de ofrenda se refiere a elementos que el adorador (el creyente, nosotros) presenta a Dios para expresar su devoción y acción de gracias. Por lo que, podemos decir que una de las mayores ofrendas que brindamos a Dios, es nuestra gratitud ante toda circunstancia.

¿Con que elementos podemos ofrendar nuestra gratitud a Dios con temor reverente?

1.Guardando los mandamientos y viviendo en santidad

Una persona que ama a Dios, guarda sus mandamientos (Juan 14:21), pero sobre todo los obedece plenamente y busca vivir en santidad (Hebreos 12:28). Santidad es estar apartado, siendo una sola pieza en “integridad” y con esta integridad brillar como oro, brillar en pureza; ser santo es mostrar una sola cara íntegra en tu hogar, escuela, colonia, amistades, etcétera.

2. Creciendo como verdaderos adoradores

La verdadera adoración es un modo de vida (Romanos 12:1). La vida en su totalidad se considera un acto de adoración o servicio ante Dios. Una vida donde debemos practicar: la oración, alabanza, acción de gracias, caridad/ofrenda, servir en un ministerio, estudio de la palabra de Dios y disciplina. Adora día a día al Señor.

3. Siendo humildes

La soberbia ocasiona que confiemos totalmente en nuestras propias fuerzas, habilidades y conocimientos; sin embargo, recordemos que la soberbia fue el pecado original cometido por Adán y Eva al comer el fruto del árbol prohibido, al buscar tener mayor conocimiento incluso que el de Dios. La humildad nos permite recordar la dependencia total a Él, y nos da la oportunidad de experimentar el amor y la misericordia hacia quienes nos rodean.

4. Participando activamente en la Misión.

La Misión de la Iglesia es compartir el Evangelio (las buenas nuevas), pero no solo de lo que Jesús hizo en la vida de Lázaro, del paralítico, de la mujer samaritana, del ciego, etcétera, sino de compartir lo que Jesucristo ha hecho en la vida de cada uno de nosotros. Dios quiere que contemos nuestra historia, en donde Él y nosotros somos los protagonistas. ¿Quieres ofrendar gratitud? Entonces cuenta la historia de lo que Cristo ha hecho por ti a tus familiares y amigos, para que más personas crean y acepten a Jesucristo como su único salvador.

Recordemos siempre que la acción de gracias debe ser un elemento natural de la adoración cristiana y debe ser una característica de todo creyente.

Alguien está siguiendo tus pisadas

Alguien está siguiendo tus pisadas

Hna. Jocheved Martínez Vargas

Ser guías es un privilegio y un desafío. Dios se acerca, a su manera, a los seres humanos para hacerlos partícipes del privilegio de colaborar en su Plan de Redención. A Él no le falta ni sabiduría, ni poder, ni recursos para llevarla cabo; sin embargo, en una extraordinaria muestra de generosidad, nos concede la oportunidad de liderar su bendito pueblo. No es por abolengo, ni autoridad personal, ni escolaridad superior; es sólo por su maravillosa gracia que nos llama y faculta para guiar, aconsejar, acompañar, dirigir…pastorear otras vidas.

El proyecto es de Dios, y Él llama a quien quiere. Algunos, movidos por la ternura divina, levantamos la vista y somos encontrados por su amor y misericordia infinita, se enciende una llama en el corazón. Ser objeto de su elección alienta nuestra vida y empezamos a caminar, ejerciendo ministerios con los dones que nos ha regalado y en cada descubrimiento y en cada acción avanzamos creciendo y madurando. Al menos ese es el ideal divino.

Lo sepamos o no, Dios observa nuestra vida, pero ellas y ellos también. La Comunidad con la que caminamos día a día, observa nuestro andar; se detiene para vernos en los momentos de alegría cuando las bendiciones rebasan las expectativas, también nos observa en el tiempo de la crisis y dolor, cuando parece que se agotan las ilusiones y esperanzas. Aun sin desearlo o esperarlo, pone atención a nuestras acciones, palabras y actitudes. En el fondo, todos necesitamos un modelo de carne y hueso, que hable su idioma, y tenga su misma sensibilidad y algunos creen encontrarlo en nosotros.

Hay quien nos ve, como un ejemplo a seguir, como una encarnación palpable del mensaje del evangelio, como un anhelo de su realización personal… por ello, debemos ser extremadamente cuidadosos en el liderazgo que ejercemos. El líder, en su naturaleza humana, es propenso a buscar la fama y el honor personales, le corre en las venas el ansia de poder; por lo cual, todos los días debe batallar con “los demonios del egoísmo y la soberbia”; y esos mismos “demonios”, nos atacan a nosotros que estamos al frente de un ministerio, es más, somos el blanco preferido. Los que hablamos de renuncia y amor a los demás, nos podemos dejar arrastrar por sentimientos contrarios, los que predicamos la paz abundante, también podemos sufrir su escasez. Lo más probable es que algunos están siguiendo nuestros pasos, tengamos en cuenta, que si nos equivocamos, ellos también corren riesgo de ser lastimados.

Es obligado que cada día revisemos nuestro interior, nos veamos en el espejo de la Palabra con calma, sin prisas ni engaños. Que su poder y eficacia nos despoje de esa falsa modestia, con la cual también dañamos de manera encubierta. Nos conviene, orar por nosotros, con vehemencia, con profunda necesidad, como si estuviéramos moribundos, al borde del colapso. Así, daríamos cada paso con la sobriedad y prudencia necesarias. Debemos revisar que nuestras motivaciones sean puras, y que nuestras formas de actuar sean humildes y justas.

Nos conviene, predicarnos primero a nosotros, pero fuerte, para que sean traspasados los muros del supuesto conocimiento y la conformidad, y sea descubierta nuestra fragilidad y dependencia. Predicarnos a nosotros, sin miedo. Sentarnos en el primer lugar, no como el sitio de honor, sino como el lugar del necesitado, del incompleto, del insuficiente. Sólo desde esa precariedad podremos ver nuestra realidad y obtener la fe necesaria para que Cristo se siga conformando en nosotros momento a momento, día a día.

En la función que Dios nos permite desarrollar ahora, recordemos tomar en cuenta estos aspectos:

1. Seamos guías espirituales íntegros.

Un líder con integridad, tiene credibilidad, y puede influenciar eficazmente a otras personas. Las palabras van a impactar en los corazones si están respaldadas por evidencias de la fe cristiana.

“Así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros” (1 Corintios 1:6).

2. Llevemos las personas a centrarse en Cristo.

No permitamos que la gente se detenga en nosotros, orientemos siempre la mirada de ellos hacia el Salvador. Las personas perciben si buscamos nuestra gloria o si de verdad, dejamos de lado las pretensiones vanas y damos la alabanza total al Señor de todo.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz” (Juan 1:6-8).

3. Permitamos que la palabra

siga transformando nuestras vidas.

Sigamos leyendo a diario la Palabra eterna. La lectura de la Palabra traerá cambio y entusiasmo a nuestra vida cotidiana. La fe en Dios debe ser una experiencia personal con Él. Será perceptible si al compartir un mensaje o testimonio, hablamos de un desconocido o de alguien cercano.

“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22).

4. Hagamos de la oración un hábito de dialogar con el Señor.

No importa nuestra experiencia o preparación, la oración nos conecta con Dios, fuerza primera y final de todo lo que existe. La oración nos hace sensibles de la presencia cercana del Señor y nos alienta a permanecer en obediencia y sumisión. En el encuentro de oración hallamos la verdadera paz que viene de Dios. Confiando en sus propósitos y reafirmando la fe en sus promesas.

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).

5. Mostremos la unción del Espíritu Santo a través de un carácter afable.

El reto de la afabilidad; un líder con un espíritu afable perdura hasta la eternidad. Un carácter transformado por la gracia del Señor experimenta el perdón y la reconciliación consigo mismo y con los demás.

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23).

Los verdaderos líderes impactan vidas. En la historia de nuestra iglesia, hemos contado con hombres y mujeres, que han guiado al pueblo conforme al corazón de Dios. Sus vidas nos siguen inspirando, sus testimonios siguen abriendo caminos de esperanza. Pidamos a Dios que nuestra vida también sea un instrumento de bendición, que también cuente para la eternidad.

“Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe” (Hebreos 13:7).

Hoy alguien te sigue, no lo defraudes…

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Mejora tu relación con Dios

Mejora tu relación con Dios

O.I. Sugey Zavala

A lo largo del tiempo escuchamos lo maravilloso que es tener una sana relación con Dios, los beneficios que trae para nuestras vidas cotidianas y para nuestra vida espiritual, incluso podemos ver a hermanos y hermanas que tienen un crecimiento impresionante en conocimiento de la Palabra y en los frutos que refleja el trabajo que hacen en el ministerio que desarrollan; muchas veces pensamos que ojalá pudiéramos tener las habilidades o dedicación que ellos tienen para también tener el mismo resultado o uno aún mejor, incluso podemos llegar a fantasear respecto a lo que se puede hacer mejor y cómo nosotros implementaríamos nuevas formas para tener mejores resultados. Sin embargo, nada es suficiente si no tenemos un tiempo diario para cultivar nuestra relación con Dios, esa que a nivel personal tienes tú con Él; no la que Él tiene contigo.

Tómate un tiempo para evaluar la forma en que sostienes esa relación, pregúntate ¿cómo defines tu relación con Dios? ¿Cómo la alimentas? ¿Cuál es el grado de confianza que existe? ¿Cómo la expresas? ¿Qué frutos tiene? ¿Cómo contagias a otros las ganas de tener una relación estrecha con Dios? ¿Qué evidencia ven otros de la relación que mantienes con Dios? Una vez que tengas las respuestas, te invito a que pienses de qué manera puedes hacer que mejore esa relación que mantienes con Dios.

Y es que, si somos brutalmente honestos no siempre estamos donde queremos y/o no con los resultados que queremos. Entonces, inevitablemente surge la pregunta: ¿Cómo puedo mejorar mi relación con Dios?

Cuando nos hacemos este tipo de preguntas, nos encantaría encontrar una receta que nos diera resultados inmediatos, sin embargo, aun las recetas de cocina requieren un tiempo de preparación, otro tiempo para que los ingredientes puedan soltar su sabor y estos a su vez puedan mezclarse para llegar al resultado deseado. Piensa en este tiempo de preparación, cuando te encuentres ante una situación en la que quieras resultados inmediatos y es que todo lo que nos edifica merece el tiempo necesario de preparación, el empeño para que aprendamos a hacerlo bien y posteriormente podamos disfrutarlo y compartir con alguien más. En fin, te compartiré algunas cosas que puedes implementar para establecer y mejorar tu relación con nuestro Creador.

1. Búscalo: preséntate tal cuál eres, Él ya te conoce y sabe quién eres, cuáles son tus peticiones y fortalezas, las debilidades y angustias que estás atravesando; sin embargo, Dios escucha la oración de sus hijos y actúa sobre los corazones que le buscan. Dobla tus rodillas, eleva una oración hacía Él cada día sin que esté cargada con una petición, sólo date la oportunidad de agradecer la vida que te da, la familia, los amigos, los hermanos, incluso las situaciones adversas que estás atravesando. Búscalo no sólo en momentos de indecisión, angustia o tremenda necesidad, alza tu voz a Dios cuando tengas las ganas de contarle a alguien la felicidad, emoción, impulso que te da el que algo esté saliendo bien en tu vida y reconoce que todo va dándose porque Él así lo permitió. También permite que esté a tu lado en los momentos de profunda soledad, tristeza o desaliento; háblale y busca su rosto en situaciones en las que sientas que la injusticia está llevándose tu voluntad de mantenerte de pie. Él siempre nos levanta, reconforta, sostiene y sustenta.

2. Establece canales de comunicación: permite que Él te dé respuesta a tus oraciones: peticiones, acciones de gracias, respuesta por algo que no tienes claro, etc. Escucha su Palabra, medita en ella y permite que alguien más te hable de Dios. Puedes escuchar predicaciones en YouTube, siempre bajo la lupa de 1 Tesalonicenses 5: 21-23: escuchemos, analicemos y retengamos lo bueno, dejando que Dios nos santifique a través de lo que estudiamos; escucha testimonios de quienes han vivido en carne propia una transformación luego que Dios los tocó; lee la biblia, cinco minutos diarios no son suficientes para leer la biblia, sin embargo, puede ser un buen inicio si no tienes el hábito de hacerlo y luego reflexiona la enseñanza que se encuentra en la porción bíblica que leíste; escucha música que esté llena del mensaje de salvación, música que edifique tu vida. Todo enseña, sólo basta que le des oportunidad a Dios de hablarte por medio de lo que estás viviendo.

3. Cuéntale a los demás de Él, estoy segura de que te sabes de memoria Lucas 6:45b (RVR) “…de la abundancia del corazón habla la boca”. No temas hablarle a los demás del amor que Dios ha mostrado y sigue mostrando en tu vida a cada instante; no tienes que preparar predicaciones super elaboradas para comenzar a hablar de Dios, de hecho es más sencillo de lo que piensas: cuéntale a tus amigos las cosas que haces con tu grupo de jóvenes, organízate con tu grupo local para ver una película con mensajes cristianos e inviten a amigos a compartir el momento y después platiquen de lo aprendido, agrega a tu play list y comparte cantos cristianos con tus amigos, organicen juegos o retas deportivas con amigos y jóvenes de la iglesia para que vean cómo compartir el tiempo en un ambiente limpio, es muy divertido.

4. Sé ejemplo presente de Su esencia. Jesús vino a servir con amor y humildad, tú también tienes la oportunidad de hacerlo en todos los lugares en los que te desenvuelves día a día y para hacerlo no necesitas más que voluntad de hacerlo. Dios te abre los ojos para que puedas ver la necesidad de otros y puedas llevarlo a cabo (Mateo 25:40). Sé mayordomo de la creación respetando espacios, cuidándolos y haciendo lo posible por conservarlos, ayuda a personas que no puedan cruzar rápido la calle, sé amable con quienes te encuentres en el camino, sede el asiento en el transporte, escucha a quienes quieren contarte algo, brinda palabras de aliento, sé sincero y empático con quienes te rodean, controla tu carácter, escucha el punto de vista de los otros y no quieras tener la razón siempre (porque no siempre la tienes), no discutas.

5. Permite que Él obre a través de ti. No tengas miedo de actuar y crecer en el ministerio de Dios; reconoce cuales son los dones y habilidades que Dios ha puesto en ti y ponlas en práctica, no dejes enterrado el talento que te fue dado, porque Dios te pedirá cuentas y frutos de tus dones (Mateo 25: 14-30), no permitas que por inactividad te sea retirado algo que fue preparado para que tú lo explotaras para provecho de la obra evangélica: si tienes el don de la música, de la palabra, del estudio, de la enseñanza, de la escritura, si las personas se te acercan en busca de consejos, palabras de aliento, etcétera; no te rindas, sigue estudiando y comprométete a dar lo mejor de ti a través de la necesidad del otro, pues ejemplo tenemos de que las cosas pueden hacerse desde nuestra condición humana (1 Corintios 12:7-11).

Identifica cuando lo que haces es por la fuerza y voluntad de Dios separando cuando es por fuerza y voluntad del egocentrismo que sólo nutre la banalidad, distingue el momento para que puedas ponerle doble esfuerzo y con ayuda de Dios domines la vanagloria y todo tu tiempo sea puesto a disposición de Dios.

El Señor no nos ha dado tareas imposibles de cumplir y es nuestro momento de ponernos en acción como muestra del agradecimiento que tenemos hacia Él por rescatarnos de la condición de indiferencia y comodidad en la que estábamos sumergidos.

Deseo con todo mi corazón que juntos como FJC nos levantemos y pongamos en marcha todos los talentos que tenemos para lograr que México se convierta en un país que restaure su relación con Dios a través de nuestro ejemplo.

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