El arte es un don

El arte es un don

Por: Jairo Beiza

El arte es la actividad en la que el hombre recrea, con una finalidad estética, un aspecto de la realidad o un sentimiento en formas bellas valiéndose de la materia, la imagen o el sonido, es el conjunto de obras que resultan de esta actividad, así como las diferentes tendencias o estilos de las mismas.”1

El artista es creador de obras únicas. La creación es la acción de dar existencia a una cosa a partir de la nada.”

“Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Génesis 2:2”2

Los primeros capítulos del libro de Génesis nos hablan de la creación de la tierra, de cómo es que Dios creó con delicadeza al ser humano, las plantas, los frutos, los animales y de cómo hizo la separación de la luz y las tinieblas.

Claramente podemos observar que el primer versículo de la Biblia comienza hablando de un creador, un artista, un escultor, un diseñador, un arquitecto: En el principio creó Dios los cielos y la tierra. (Génesis 1:1)

Constantemente la humanidad está recreando cosas nuevas. Dios ha dado una inteligencia al ser humano increíble. Podemos ver que la tecnología se va desarrollando con una velocidad asombrosa, vemos edificios nuevos con estructuras muy imponentes, obras de arte que impactan visualmente, esculturas que por su estética y textura son difícil creer que sean hechas por el hombre.

La próxima vez que salgas de tu casa, me gustaría que te tomaras el tiempo de voltear a tu alrededor y observes cada cosa que está en tu entorno e identifiques las obras de arte que tienes cerca de ti: esculturas, arquitectura, pinturas, música, diseño. Cuando las tengas identificadas hazte las siguientes preguntas ¿esta obra de arte en que beneficia a la humanidad? ¿cuál es el objetivo de esta creación? ¿qué enseñanza tiene para mí como cristiano? La intención de hacerte estas preguntas, es con la finalidad de que analices cuál es el objetivo o el mensaje de cada artista.

Cuando Dios creó cada elemento de la tierra, siempre lo hizo con un propósito y pensando en la humanidad, pensando en cada especie creada, pensando en la función que iba a tener cada elemento. Dios nunca se equivocó, es un artista perfecto. Entonces Dios contempló todo lo que había hecho, y vio que era muy, pero muy hermoso. (Génesis 1:31, NBV)

Hoy Dios nos ha regalado dones, y por supuesto no son dones que Él no tenga. Todo lo que tenemos proviene de Él y Él ya lo ha experimentado. Tenemos que tener en cuenta que cuando Dios otorga un don a uno de sus hijos, no es para hacer mal uso de él, no es para llenarnos de egoísmo, para creernos superiores a los demás, para presumirlo y creernos únicos; más bien es para ponerlo a su servicio, para ayudar al prójimo, para hacer crecer a su Iglesia, para que por medio de ese don le conozcan y para que por medio de ese don nuestro Dios sea glorificado.

Así que Dios creó a los seres humanos a su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó. (Génesis 1:27, NTV)

Dios nos formó a su imagen y precisamente por eso podemos desarrollar este don, el don de hacer arte, de ser creativos; pero nunca olvidando que Dios es el único creador y ya todo está formado. Dios nos da la capacidad, la sabiduría y la inteligencia para inventar y recrear. Los dones que Dios otorga tienen un objetivo y una finalidad.

“Habló Jehová a Moisés, diciendo: Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor. Y he aquí que yo he puesto con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado; el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, el propiciatorio que está sobre ella, y todos los utensilios del tabernáculo, la mesa y sus utensilios, el candelero limpio y todos sus utensilios, el altar del incienso, el altar del holocausto y todos sus utensilios, la fuente y su base, los vestidos del servicio, las vestiduras santas para Aarón el sacerdote, las vestiduras de sus hijos para que ejerzan el sacerdocio, el aceite de la unción, y el incienso aromático para el santuario; harán conforme a todo lo que te he mandado.” (Éxodo 31:1-11)

Si eres una persona creativa, te gusta el arte, te gusta diseñar, inventar, recrear o cantar, te invito a que desarrolles este don que tienes, que pongas estas habilidades al servicio de Dios y que lo utilices para beneficio de tu iglesia, de tus amigos, tu familia; que con este don puedas reflejar a Dios en cada aspecto de tu vida.

Dios te bendiga. 

BIBLIOGRAFÍA

  1. https://sites.google.com/site/portafoliomateos/tema-8/el-arte
  2. Biblia. Sociedades Bíblicas Unidas.

Con los ojos de la fe

Con los ojos de la fe

Min. Ausencio Arroyo G.

Toda mirada está determinada por la perspectiva del observador. Cada paisaje u objeto cercano serán definidos y juzgados por los conceptos previos y la vista parcial de cada persona. Cada quien ve la vida, el mundo, el ser humano, y las circunstancias presentes desde su óptica privada, porque el entendimiento, las experiencias, las emociones y el carácter se mezclan a la hora de percibir los hechos de la realidad.

Tener fe, es mirar con los ojos de Dios la vida y las experiencias. En las circunstancias adversas, desde una perspectiva personal, los sucesos no tienen un sentido favorable ni parecen llevarnos a algo bueno. A pesar de muchos años de practicar una vida de iglesia, de escuchar y leer la Palabra y aun de enseñarla, en la hora de aflicción, el Dios a quien adoramos, se nos hace tan inaccesible y distante. Cuando la confusión y la duda llenan de oscuridad el corazón, nos ciegan a las manifestaciones y las promesas del Señor.

En el Evangelio de Marcos 8:13-21 hallamos el relato de uno de los encuentros de Jesús con los fariseos, en él se dice que un grupo de ellos se acerca a Jesús pidiéndole la realización de una señal, lo más probable es que buscaban algo grandioso, no les bastaban los milagros de misericordia, como la multiplicación de los panes, la curación del sordomudo y de la hija de la sirofenicia, de los versos previos. Exigían un evento cósmico, para aceptar que realmente era el Mesías prometido. Mas sus expectativas, los convertía en ciegos a las evidencias de bondad y la demostración de la divinidad de Jesucristo. En la Biblia, cada milagro; llamativo o discreto, contiene un mensaje de Dios para los hombres, pero muchos no entendemos. Somos ciegos a los actos de Dios.

¡Danos una señal! exigen, en clara provocación. Los fariseos no buscan razones para creer y menos adorar; el gesto corporal de Jesús demuestra su contrariedad: da un profundo gemido. Aquellos que dicen indagar cada día en las Escrituras para descubrir al Mesías, cuando lo tienen frente a ellos no lo pueden ver. Qué decepción, tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. Al incrédulo ningún signo le satisface, y su oído endurecido será insensible a los murmullos divinos.

¡Guardaos de la levadura de los fariseos y de la de Herodes! Exhorta Jesús a sus discípulos. La levadura es símbolo de corrupción, así como en la harina esta substancia cambia la consistencia de la masa; como símbolo, la levadura espiritual cambiará, para incredulidad, la esencia del corazón humano. La levadura puede referirse a mirar la vida espiritual en base a las expectativas personales, los fariseos no pueden reconocer las manifestaciones divinas de Jesús, para ellos, sus acciones no se ajustan a lo que quieren ver, sienten que Jesús no hace demostraciones de portento y no muestra habilidades sensacionales. Tenían ya un esquema de cómo sería el Mesías, por ello no pudieron verlo ni oírlo. Quizá, la levadura puede ser el orgullo que nos lleva a pensar que nadie puede enseñarnos nada, que no hay nadie mejor que quienes conforman un grupo selecto de líderes de opinión, pensaron que sus ideas eran perfectas, porque si no, no las tendrían. Dudaron de los signos mostrados ante ellos, es como si dijeran a Jesús: ¿Es todo lo que sabes hacer? ¡Queremos ver algo de verdad grande!

La levadura también puede ser la actitud racionalista que condiciona la fe. Tomás, creyó cuando sus sentidos vieron y tocaron al Resucitado. Exigir evidencias palpables a los sentidos diluye la fe, porque la fe es confiar que lo dicho por Dios es verdad y se cumplirá. Como Noé, no exigió evidencias de qué clase de lluvia podría hacer Dios y procedió a fabricar el arca, así los creyentes, confiamos a la Palabra del Señor y obedecemos a pesar de las consecuencias. Pretender ajustar a Dios a nuestra manera de entender la vida es relativizar su grandeza. Dios no tiene que acomodarse a mi entendimiento o mis razones. Tener fe es poseer la mirada de Dios hacia las situaciones de la vida, es amar lo que Dios ama, buscar lo que Dios busca, es conocer como Dios conoce.

La levadura puede referirse a la falta de gratitud, los milagros de multiplicación de los panes, habían bendecido a mucha gente, los fariseos no son capaces de agradecer por la generosidad de Jesús, no valoran que otorgó sustento a varios miles de personas en dos ocasiones, ellos buscaban desacreditarlo. La carnalidad no puede apreciar las buenas acciones, menos gozarse por el bien que disfrutan otros. La levadura puede ser también la actitud de buscar respuestas inmediatas, es mostrar incapacidad de esperar y por ello condicionar la fe a que vengan pronto los pedidos que hacemos a Dios. La impaciencia perturba el espíritu del creyente y pone plazo a Dios, haciendo de Él un objeto al gusto o antojo personal. Pero Dios está por encima de la voluntad humana.

Los discípulos, se sorprenden de la advertencia de Jesús, y no entienden sus palabras. Deducen con simpleza que les reprocha no haber llevado más pan. Como si esa fuese la clave. Son ciegos a la fe. No captan que la solución a problemas como la escasez, las adversidades, las pérdidas, las dudas o los miedos, se halla en el más grande milagro, la cercanía de Dios. Los milagros de los que fueron testigos no dependieron de cuántos panes tenían, ni de otros recursos sino de que el Señor que provee estaba allí, el que hace los milagros está con ellos en la barca.

La señal que nos dio el Señor fue su muerte en la cruz. Al final del evangelio de Marcos, el secreto mesiánico es develado, Jesús es el Hijo de Dios, no por actos espectaculares ni por sortilegios sensacionales, cuando Jesús expira en la cruz, el Centurión romano exclama: verdaderamente este era hijo de Dios. Jesús es descubierto, no por los “religiosos buenos” sino por un “pecador gentil”. No les será dada señal sino la de Jonás profeta. Como estuvo Jonás en el vientre del gran pez, así estará el Hijo en el corazón de la tierra, en soledad y aislamiento, en su total debilidad, pero en la fuerza de la esperanza y en el poder del Espíritu.

La levadura es la incredulidad. Es lamentable olvidar demasiado pronto las manifestaciones de la gracia y el poder del Señor. O más lamentable es no poder gozarnos con sus promesas porque la realidad no se ajusta a nuestra manera de ver la vida. La fe es la capacidad de mirar con los ojos de Dios, es tener su perspectiva de amor y generosidad. La visión correcta nos concede andar como hijos de luz. La fe es mirar que Dios hará salidas cuando parezca que no las hay. Es confiar que proveerá lo que necesitemos, según sus riquezas de gloria. La fe es mantener la esperanza contra la catástrofe, es sentir el compromiso de solidaridad con quienes sufren. Pidamos desde lo profundo de nuestro ser:

Oh Dios, abre nuestros ojos,

para quitar las sombras del corazón,

para ver el bien que nos haces,

para saber que estás allí, en el dolor.

Oh Dios, quita de nuestra mirada

El deseo de ser más grandes que tú

La codicia que esconde la máscara

La cáscara dura de piel insensible

Oh Dios, enséñame a sentir tu presencia,

A confiar que harás más de lo que puedo pedir,

A mirar más allá de las ruinas del mundo,

A declarar que sólo tú eres Dios y no yo, ni nadie más.

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Nutri2

Nutri2

Por Brenda Rachel Meneses Chávez

Como has notado, en esta etapa en la que te encuentras suelen haber muchos cambios, tanto emocionales como físicos, se caracteriza por ser un periodo en donde creces aceleradamente, ya que puedes adquirir hasta el 50% de tu peso definitivo y el 25% de estatura. Sin embargo, para todo este proceso necesitarás de varios nutrientes, los se adquieren en una buena alimentación, ésta es básica para que tu ritmo de crecimiento sea adecuado. Además, que desde ahora puedes prevenir varias enfermedades que suelen padecerse en la edad adulta.

Por eso, no te dejes llevar por las modas alimentarias que existen, se nos hace fácil seguir alguna recomendación ya sea para bajar de peso o aumentar músculo, pero ¡aguas! no todo les funciona a todos, además pueden estar comprometidos tu crecimiento y salud. El tipo de alimentación que necesitas depende de tu estatura, peso, género, edad, actividad física que realizas, entre otras cosas.

Como recomendaciones generales, es importante que durante esta etapa:

  • En cada tiempo de comida fuerte (desayuno, comida y cena) debes incluir al menos 1 porción de fruta, 1 de verdura y algún alimento de origen animal (huevo, queso, leche, pollo, pescado, carne).
  • De snacks, prefieras yogurt bajo en o sin azúcar, alguna fruta, jícama con pepino, nueces, pepitas, zanahoria rallada con limón y sal, almendras, palomitas caseras, gelatina light, paletas de hielo que hayas hecho en casa, ¡uuf! hay muchísimas opciones más saludables que las que encontrarás en las tiendas, sólo es cuestión de que cambies el chip.
  • Comas más hidratos de carbono complejos (arroz, pan, frijoles, papa, pasta) en lugar de azúcares simples (azúcar de mesa, mermelada, cajeta, miel, dulces) ya que se absorben de manera más lenta y te dan una mayor saciedad.
  • Reduzcas la cantidad de grasa innecesaria que comes, por ejemplo: quita la piel y grasa visible al pollo antes de cocerlo; escoge comer cortes de carne como pechuga, filetes o lomos; carnes rojas consume máximo 2 veces a la semana, prefiere el pollo o pescado.
  • Los embutidos como salchicha, jamón, chorizos, suele ser ricos en grasas y azúcares “malas”, por lo que su consumo no es recomendable. Estudios han concluido que entre más alimentos de este tipo consumamos, aumenta el riesgo de padecer enfermedades, como cáncer. Así que evítalos lo más que puedas.
  • Lee la lista de ingredientes de todos los productos que consumas: papas, donas, dulces. Un buen producto tiene una lista muy corta, por ley los ingredientes van de mayor a menor cantidad, y si la lista es infinita y hay nombres que no puedes ni pronunciar ¡mejor ni lo comas!
  • No le tengas miedo a los lácteos. Es importante que consumas al menos 2 porciones de leche y/o derivados al día para que tus huesos tengan una mineralización adecuada, por ello debes consumirlos hasta los 24 años promedio.
  • Para prevenir enfermedades como anemia, consumas alimentos ricos en hierro, como: carnes rojas (pero no más de las veces que ya habíamos dicho), hígado, frutos secos, cereales fortificados, verduras de hoja verde como espinacas, acelgas. Es importante que cuando consumas este tipo de alimentos lo acompañes de un alimento con vitamina C (limón, naranja, piña, guayaba toronja) para que se pueda absorber mejor.
  • Otro mineral importante es el zinc, esencial para el crecimiento y la maduración sexual, lo puedes consumir en: frijoles, frutos secos, cereales integrales y lácteos.
  • ¡No olvides hacer ejercicio! Inicia con 30 minutos al día y ve aumentando el tiempo y la intensidad conforme resistas, te sentirás más feliz y tranquilo (a) después de realizarlo.

¿Recuerdas lo que dice Eclesiastés 11:9? Alégrate, joven, en tu juventud; deja que tu corazón disfrute de la adolescencia. (Eclesiastés 11:9, NVI). Disfrutar esta etapa implica cuidarte y amarte, y debe ser de una forma íntegra, en tus pensamientos, sentimientos, y también la forma de conducirte y alimentarte. Si ya lo haces ¡sigue así!, sino, aún estás a muy buena edad para mejorar. 

¡Dios bendiga tu vida!

Comunicado 29/04/2020

Comunicado 29/04/2020

A la Iglesia de Dios (7º día) en México.

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La prudencia evita la desgracia

La prudencia evita la desgracia

Min. Ausencio Arroyo García

¡Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará! Proverbios 24:3

Las criaturas humanas hemos recibido un don de parte del Creador: la sabiduría. Por sabiduría se entiende la capacidad de discriminar lo correcto, justo o conveniente de las acciones. Tiene que ver con la percepción de la realidad, la inteligencia para comprender la relación de causa y consecuencia en las situaciones de la vida. También se asocia con la memoria, entendimiento de los procesos y la capacidad de lucidez en la toma de decisiones. Esta condición nos diferencia de los animales los cuales se mueven básicamente por instintos y reflejos de memoria primaria. Cuando los seres humanos, nos movemos por impulsos instintivos y dejamos de lado la razón y la voluntad, nos comportamos hasta peor que los animales, con consecuencias lamentables.

El camino de la prudencia

Una de las manifestaciones esperadas al andar con sabiduría es la prudencia. Esta virtud del carácter moral se relaciona con la postura de mantenerse alertas y prevenir problemas. Por regalo de Dios tenemos la posibilidad de observar con atención el entorno, detectar situaciones de riesgo o bien, escuchar las advertencias sobre peligros y hacer lo conducente en cada caso.

A partir de diciembre pasado, se anunció al mundo entero la aparición de un virus que ataca a las personas, afecta los pulmones y puede provocar la muerte por asfixia. Se sabe que muchos que lleguen a contraerlo, no tendrán síntomas, debido a que sus organismos reaccionan con eficiencia para defenderse, pero otros, serán víctimas mortales. Hay registros, que algunos comenzaron a mostrar síntomas por la mañana y al final del día habían fallecido.

El COVID-19 es un virus con enorme capacidad de replicarse y es más letal que otros virus similares; está causando graves trastornos entre la población, a la fecha del 14 de abril estamos bordeando los 2 millones de infectados, 125,476 muertes y cerca de medio millón de personas recuperadas. En México, está por llegar la fase más crítica. El panorama es de tensa calma. Hasta ahora, se carece de tratamientos para curarlo y la lucha médica se centra en impedir que el contagio sea masivo para que no se desborden los hospitales. Aunque, el tratamiento a los enfermos graves es limitado, en las horas críticas será vital el apoyo de respiradores artificiales que lleven oxígeno a los pulmones y eviten el colapso.

La primera fase para enfrentar la enfermedad es evitar. Al no contar con los elementos para combatir este invisible enemigo, se piensa que muchos serán o seremos infectados y nadie puede declararse inmune al peligro; por ello, la estrategia se concentra en impedir el contagio masivo. La medida es aislar a la población, impidiendo que la cercanía física propicie la extensión de la enfermedad. Entiendo que el propósito no consiste sólo en que yo evite ser contagiado sino en lograr que otros más lo sean. No se trata sólo del individuo particular sino de la colectividad. Los especialistas en epidemiología han concluido que la manera de enfrentar el virus es con serias prácticas de higiene y la toma de distancia social.

Los seres humanos y más los cristianos, estamos entrelazados, y por esto nos cuidamos unos a otros; la decisión de mantenernos a distancia brota de un amor sacrificial, de un sentido de responsabilidad con el prójimo, no de falta de fe. El carácter humilde de Cristo se expresó en la obediencia al Padre hasta las últimas consecuencias, esto lo revivimos en el acto del lavamiento de pies. El lavamiento de pies es un amor a imitar. Pero, el servicio al prójimo será el verdadero cumplimiento del ritual. Este amor al prójimo consiste de actos a realizar en su favor o de cosas a dejar de hacer para honrar la persona del prójimo.

Es obvio que amar, a veces consiste en acercarse y otras en alejarse. Lo que es bueno para mí, no siempre es bueno para mi prójimo. Amar es buscar el bien del hermano (Miqueas 6:6-8). Dios nos enseña a amarnos como cuerpo (Efesios 5:29) para hacer de él, un instrumento para la gloria de Dios. La prudencia nos enseña a prevenir el daño.

No tentarás al Señor tu Dios

¡La necedad del hombre le hace perder el camino, y luego el hombre le echa la culpa al Señor! Proverbios 19:3 DHH

Algunos creyentes piensan que no debemos hacer caso de las recomendaciones de las autoridades civiles porque el poder de Dios es más grande que el virus y que es el momento propicio para mostrar la fe que tenemos. Si confiamos en el cuidado de Dios, se dice, no hay por qué quedarse en casa o abstenerse de abrazar o saludar de mano.

El peor virus del que debemos cuidarnos es el de la necedad humana. Hemos sido advertidos, de muchas formas, sobre los riesgos de contraer la enfermedad, sus voces vienen de la ciencia secular confiable. Las evidencias de los efectos son por demás convincentes y abrumadores. No hay excusa para rehusarse a seguir los protocolos. Exponerse; sin necesidad, sería hacer las cosas por impulso insensato de arrogancia o desafío a las advertencias que nos vienen por los medios autorizados por Dios.

No hay razón para escoger exponerse a una enfermedad que puede ser mortal. Cuando Pablo se halló frente a la probabilidad de la muerte, mostró indefinición por no saber qué escoger: si morir en sacrificio de su fe o seguir viviendo para testimonio de Cristo. Él buscó mantenerse en vida para seguir proclamando el evangelio y salvar a más personas. Los creyentes perseguidos no se entregaron a muerte sólo porque sí; prefirieron sobrevivir hasta donde fuese posible para extender la fe en Cristo más allá de su región. No obstante, si alguien siente el llamado a servir al prójimo en medio de la pandemia, le animamos a realizarlo, tomando las precauciones debidas para no poner en riesgos a los demás.

Nuestros actos muchas veces llegan a ser atrevidos y hasta temerarios, tratamos de pasar por encima del principio causa-consecuencia; como si hubiese algo en el interior que nos hace creer que a nosotros no nos pasará lo lógico. Pareciera que creemos poseer un poder mágico de cambiar la realidad. A veces, intentamos desafiar la verdad concreta, no para honrar a Dios sino para sentirnos mejores que otros o para sentir emoción y adrenalina de romper los límites de lo correcto.

Son diferentes ámbitos de comportamiento en los que transgredimos las normas de lo sensato. Y, cuando nos ocurren las consecuencias sabidas nos llegamos a contrariar con el Señor. Un fumador a quien se le detecta enfisema pulmonar, le reclama a Dios por no haberlo librado del mal. Un conductor que tiene un accidente y se enoja porque no fue guardado, después de viajar a 200 kilómetros por hora.

Si sufrimos siendo inocentes, este sufrimiento nos une con el sufrimiento de Cristo, si sufrimos por consecuencia de nuestros errores o necedad no obtenemos ningún crecimiento espiritual sino sólo dolor y culpa (1 Pedro 2:20). No habrá de qué arrepentirnos si seguimos la voluntad divina por el contrario seremos bendecidos por su cuidado. Estamos sabidos, está en nuestras manos seguir la advertencia, confiando en las promesas de Dios. No tenemos porque exigir que Dios haga lo que nos toca hacer a nosotros. Vivamos en la sensatez de la prudencia. La prudencia evitará la desgracia, más si viene, que no sea porque nosotros mismos la buscamos. Recuerde que la sabiduría comienza en el temor del Señor.

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Comunicado 23/04/2020

COMUNICADO CEG 23/04/2020

A la Iglesia de Dios (7º día) en México.

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Pastoral para mujeres en tiempos de pandemia

Pastoral para mujeres en tiempos de pandemia

Jocheved Martínez Vargas.

Introducción

A todas las personas nos pescó desprevenidas el virus. Tan insignificante físicamente y tan invisible al ojo humano, pero con un impacto y una fuerza que ha convulsionado al mundo entero. El coronavirus es la palabra más mencionada en estos últimos días y en los buscadores de internet, es la más consultada.

¿Cómo actuar ante esta crisis? Sin duda es una pregunta difícil de responder. El virus nos ha llevado a un grado de emergencia sanitaria, al que muchos han denominado estado de guerra. No nos prepararon y no nos preparamos. Esta pandemia no la teníamos contemplada en nuestra apretada agenda. La gigantesca ola se nos vino encima, y derrumbó a muchos, y aún está cumpliendo su mortífera tarea, desestabilizando sistemas y sociedades.

Hoy tenemos de todo; presidentes de países que pretenden ignorar la realidad, líderes internacionales que toman la información a la ligera, grupos políticos, sociales y religiosos que desvirtúan causas y consecuencias, círculos de poder que se aprovechan de la confusión, además de noticias falsas, videos con las mejores curas, saturación de recetas milagrosas, y en medio de toda esta vorágine de imágenes y palabras, nosotras las personas, simples mortales volteando de un lado hacia otro escuchando uno y mil argumentos. Y así estamos, a veces incrédulas, pensando que todo es una farsa montada por países en pugna, a veces indiferentes, intoxicadas ya por la excesiva información y a veces, llenas de miedo hasta de la propia sombra.

Observando estos acontecimientos, hemos preparado estas reflexiones para compartirlas con ustedes. Deseando nos ayuden en este tiempo, que orienten nuestros pensamientos y acciones para que podamos también tener la entereza de apoyar y alentar también a los miembros de nuestra familia.

La primera reflexión es en torno a la salud.

  1. CUIDA TU SALUD

Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo?”

Eclesiastés 2:25

Definitivamente a nadie podemos delegar el cuidado y la atención de nuestra propia vida. Es muy importante inculcar desde la infancia y adolescencia el autocuidado personal. Enseñar a nuestras niñas y jóvenes a ser responsables de su cuerpo y recordarnos también nosotras de esta prioridad. Solamente tenemos un cuerpo y nuestra responsabilidad es cuidarlo en todo momento.

La Organización Mundial de la Salud, declara:

“La salud de la mujer y la niña es especialmente preocupante porque en muchas sociedades se encuentran en una situación de desventaja por la discriminación, condicionada por factores socioculturales como la desigualdad en las relaciones de poder entre hombres y mujeres, las normas sociales que reducen las oportunidades de desarrollo personal, la pobreza y malas prácticas alimentarias. Estos indicadores impiden que las mujeres y niñas se beneficien de servicios de salud de calidad y alcancen el máximo nivel posible de salud”

La salud es un regalo de Dios, pero es una responsabilidad nuestra mantenerla. Las recomendaciones en circunstancias normales las sabemos: Comer sano en las cantidades adecuadas, tomar suficiente líquido, descansar, activar el cuerpo, pero ahora, y debido a la pandemia global que nos afecta, debemos extremar todas las medidas de higiene para no contagiar o ser contagiadas.

No se aprecia tanto la salud, hasta que se pierde y hoy muchas personas corremos el grave riesgo de perderla. La mejor vacuna contra el coronavirus es lavarnos las manos, quedarnos en casa y mantener una sana distancia. Quien dijera que hoy que estamos en pleno Siglo XXI, con tantos descubrimientos y tan variadas tecnologías, nos estuvieran enseñando “Cómo lavar correctamente las manos” a través de las redes sociales.  La frase #Quédate en casa, tiene una profunda base científica. Los especialistas nos han dicho que, si nos mantenemos en casa, ayudamos a nuestra sociedad y tendríamos menos probabilidades de enfermar. Según los modelos matemáticos desarrollados, muchos vamos a sufrir el coronavirus, pero al quedarnos en casa, podemos retrasar el padecimiento, nos iríamos enfermando de forma más pausada y no se colapsaría nuestro sistema de salud. Si por causa de fuerza mayor, por tener que estar desarrollando actividades esenciales, debemos salir, procuremos tomar todas las precauciones necesarias. No hay que escatimar esfuerzos, la vida vale la pena. Recuerda, cuida tu salud ¡Quédate en casa!

  1. CUIDA LO QUE OYES Y VES

“Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven;

y vuestros oídos, porque oyen” Mateo 13:16

No todo lo que oyes es cierto, ni todo lo que ves en imágenes o videos es real. Algunas personas tienen la consigna de inquietar, confundir, o debilitar una sociedad, y muchas veces lo hacen a través de noticias falsas. Es cierto que una gran cantidad de personas actúan de buena fe, reciben un mensaje y pensando en hacer un bien, inmediatamente lo reenvían a muchas personas. Y esos a su vez lo vuelven a reenviar, y así, como crece un virus de forma exponencial, dañando cientos y miles de vidas, también las noticias falsas, sensacionalistas o morbosas, dañan cientos y miles de mentes. La gente se confunde, empieza a ser bombardeada por innumerables mensajes, al grado que cuando llega a sus manos una versión real, ya no la toman en cuenta.

Por eso, cuida lo que oyes y ves. Si te llega una noticia, no la difundas inmediatamente, lee con atención, revisa la fecha, muchas noticias son de años anteriores y las hacen actuales, revisa la fuente, ve quién está generando el comunicado, hay agencias de información confiables que tienen un reconocimiento internacional, asimismo, cada gobierno local y nacional están procurando programas de comunicación para mantener informada a la población.

También, ten mucho cuidado con las cadenas, esos mensajes que te dicen “mándalo a 10, o 20 personas y te va a suceder el milagro, o se te va a cumplir el deseo, o vamos a lograr esto o aquello…”  muchos encierran virus informáticos que vulneran tus datos personales. 

Recuerda, cuida lo que oyes y lo que ves. No difundas noticias falsas. Usa las redes oficiales para estar debidamente informada.

  1. CUIDA TU FAMILIA

“La mujer sabia edifica su casa…” Proverbios 14:1

Hoy, paradójicamente, un microorganismo nos reunió en casa. Los niños y jóvenes dejaron de ir a la escuela, a muchas mujeres y hombres, les pidieron hacer su trabajo desde el hogar, una buena cantidad de empresas y compañías debido a la contingencia, cerraron temporalmente y mandaron a sus trabajadores a sus domicilios. El asunto es que hoy, estamos todos en el hogar, y debemos tener buenas ideas para aprovechar el tiempo y fortalecer nuestra relación como familia.

Tenemos tiempo para vernos, escucharnos y apoyarnos. Estar en casa, nos da la oportunidad de platicar, trabajar juntos, conocernos un poco mejor, organizar mañanas de trabajo y tardes de juegos y actividades. También es la oportunidad que estábamos esperando para hacer nuestros cultos devocionales o nuestras oraciones familiares. Se acuerdan que antes decíamos “no podemos hacer el culto en el hogar, porque el papá sale muy temprano, los hijos con sus escuelas y tareas tienen diferentes horarios, la mamá no puede, por la gran carga de trabajo”. ¡Hoy, si queremos, podemos!

Pero el gran desafío es sacar a los abuelitos, a los adultos, a los jóvenes, a los niños y hasta los bebés de las redes sociales. Algunos, debido a la ausencia de otras tareas y actividades rutinarias, pueden estar todo el día, y hasta perderse el tiempo de la comida absorbidos por el internet. Hoy que podemos tener tiempo para nosotras y para los nuestros, aparte del virus que nos roba la tranquilidad, nuestro otro enemigo a vencer es la adicción al internet.

Hoy es tiempo de ver y cuidar a nuestra familia. Quizá no tengamos otra oportunidad. Veamos esta circunstancia con ojos de optimismo, seamos creativas. Seamos las primeras en promover sanos ambientes en el hogar. Quizá algún miembro de la familia tenga buenas iniciativas para mejorar este tiempo, apoyemos sus ideas y sumemos esfuerzos.

Debido al confinamiento, y que no estamos preparados para estar todo el día en casa, es muy probable que surjan malentendidos y se generen discusiones. Por favor, no levantemos la voz, cualquiera puede gritar e imponerse. Actuemos con amor, con sabiduría y prudencia en este tiempo de contingencia… y siempre.

La consigna oficial es #Quédate en casa, y aunque el hogar, por excelencia, debiera ser el lugar más seguro, para muchas personas, no lo es. En casa, estamos rodeados por la familia y es responsabilidad de todos, especialmente de los mayores, hacer de ese espacio un lugar para vivir y relacionarse de manera afectiva y efectiva.

El papel de la mujer en casa es primordial, para muchas, su casa es su espacio vital, su pequeño reino donde pueden decidir qué se va a comer, a quién le toca lavar los baños o tender la ropa, pero no todas pueden pasarla bien. Algunas viven menospreciadas por sus padres, otras por sus maridos, y otras por sus hijos. Otras más son maltratadas y violentadas. Entonces, para ellas, su casa no es el “hogar, dulce hogar” y el #Quédate en casa, anunciado por las autoridades, es más un suplicio que un deleite.

Si tú estás pasando por alguna situación donde esté en riesgo tu integridad física o tu salud emocional, habla con alguna persona de confianza, cuéntale a tu pastor, o pide orientación y ayuda a alguna institución de apoyo a las mujeres.

  1. CUIDA TU FE

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios” Hebreos 11:6

La fe es un elemento fundamental en la vida de cada mujer creyente. Es la certeza de que somos hijas de Dios, es saber y sentir que Él nos creó, nos dio su imagen y semejanza, nos dio su bendición, reconocer que, al morir Jesús en la cruz, perdonó nuestros pecados, regalándonos una nueva vida, y experimentar que en todo tiempo su Espíritu nos guía.

La fe es la experiencia humana que nos permite disfrutar la realidad divina. La fe son pensamientos, palabras, actitudes y acciones que nos conectan con Dios. La fe es nuestra respuesta por el don gratuito de la salvación que recibimos a través de Cristo Jesús.

No solo se trata de decir “Yo tengo fe”, más que hablarlo, hay que demostrarlo. Y esta demostración se hace evidente en acciones de amor y justicia, en acciones que muestren que tenemos confianza en los planes de Dios, sabiendo que todo está bajo su potestad. Nuestro presente y nuestro futuro está en sus manos.

Hoy es tiempo de mostrar nuestra fe, recordarnos que, en esta pandemia no estamos solas. Pueden ser muy abrumadoras las noticias y negativas las estadísticas, pero Dios es con nosotras, Dios es con su pueblo. Hay que repetirlo a nuestra familia, a los más ancianos, para que no se desalienten, a los niños para que puedan ver a Dios en los ambientes tranquilos de casa, en los rostros templados y pacientes de sus padres y madres, y a los jóvenes, para que también a través de esta crisis, puedan tener una experiencia con su maravilloso amor.

La fe es una actitud de paciencia y resistencia, y es una fuente de fortaleza para vencer la depresión. Hoy el COVID19 nos desafía a mostrar nuestra fe. Nos pide salir de la teoría a la práctica. Pidamos más fe a Dios, para movernos, junto con nuestra familia en dirección hacia Él.

Conclusión

La Palabra de Dios está escrita para tiempos como este, escuchemos atentamente el mensaje que el Señor tiene para nosotras, para nuestras familias y nuestra iglesia a través del coronavirus.

Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo.

Jeremías 29:11 DHH

Caminemos confiadas. Dios con Nosotras.

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Encontrando la paz en medio de las tormentas

Encontrando la paz en medio de las tormentas

Min. Ausencio Arroyo García

Oye, Oh Dios, mi clamor; a mi oración atiende. Desde el cabo de la tierra clamaré a ti cuando mi corazón desmayare. Llévame a la roca que es más alta que yo, porque tú has sido mi refugio…” Salmo 61:1-2

Se cuenta, que hace mucho tiempo, un destacado Rey, invitó a los artistas de su reino a expresar en una pintura la escena que describiera la paz perfecta. Varios de ellos realizaron sus obras, pero al final, el rey sólo se fijó en dos que llamaron fuertemente su atención. La primera era una imagen de un precioso lago cristalino con montañas nevadas de fondo, un pequeño riachuelo que corría lentamente colina abajo, mientras una variedad de flores crecían a las orillas de la corriente de agua; el cielo azul y el paisaje verde hacían sentir una quietud extraordinaria. Muchos pensaron que esta pintura recibiría el reconocimiento.

Sin embargo; el Rey eligió la otra pintura, en la misma, se apreciaba un entorno gris de una voraz tormenta, el fuerte viento levantaba olas embravecidas que reventaban sobre una gran roca, salpicando con furia latigazos húmedos en todas direcciones mientras en lo alto de la roca, en una pequeña saliente, se hallaba un nido con varios polluelos los cuales eran alimentados por una atribulada madre, el vuelo del ave la mostraba arrojada esquivando una y otra vez las lenguas voraces del agitado mar; en ella el sabio rey alcanzó a percibir la paz real de la existencia humana. La paz no es la ausencia de problemas sino la confianza del corazón en medio de las dificultades, esa paz verdadera sólo puede venir de Dios. La paz de Dios es una paz en medio de las tormentas.

La vida son problemas.

Desde que somos conscientes de la realidad, no damos cuenta del permanente estado de incertidumbre que enfrentamos. Las múltiples responsabilidades, los cambios internos y externos que nos suceden, las contrariedades a nuestros deseos o planes y las limitaciones propias o adquiridas que nos determinan, son constantes problemas, resistencias y contrariedades. Una mañana alguien se levanta con entusiasmo de iniciar su día de actividades y descubre que le han robado su auto o se quedó sin gas en la cocina, se olvidó pagar el recibo de teléfono y está sin servicio, ha habido un accidente automovilístico justo por donde debe pasar hacia su trabajo y llegará tarde y lo peor es que ya tiene varias advertencias de su jefe inmediato, sólo por poner un ejemplo.

En un instante, tu condición emocional puede cambiar, de pronto ocurre algo que rompe tu corazón y te sientes invadido por el desaliento y la incertidumbre: te dan un diagnóstico grave sobre tu salud o la de alguien querido; la persona que amas decidió romper la relación, tu hijo o tu hija tomó decisiones que ponen en peligro su integridad, eres acusado (a) de un delito que no cometiste pero alguien te encontró a modo para liberarse de sus responsabilidades y tu vida comenzará un largo camino cuesta abajo en todos los sentidos. A veces la vida nos golpea con furia.

La vida cambia por una palabra dicha o por un silencio, un gesto mal interpretado, un anhelo que no se cumple, un plan que no prospera, un intento fallido de cambiar los hábitos autodestructivos; tus ahorros se esfuman en un mal negocio o por el establecimiento de políticas económicas del Estado que trastocan tu plan de vida, eres víctima de chantajes o una estafa, se termina un ciclo de trabajo y quedas fuera de un presupuesto estable. Tu existencia da un giro brusco y quedas mal parado y de pronto pierdes la dirección. La vida es como hallarse en medio de una tormenta. Las tormentas a veces llegan de fuera y otras inician dentro de nosotros mismos. Enfrentas fuerzas que no están en tu control y aun aquellas que se supone que están bajo tu dominio en realidad no lo están; porque quieres y al mismo tiempo no quieres, sino que te dejas llevar por el impulso del deseo o de la costumbre.

Los hijos de Dios estamos expuestos a los conflictos y adversidades de la vida. El libro de los Hechos capítulo 27 contiene la narración de una situación crítica que enfrentó Pablo: mientras era llevado hacia Roma junto con un grupo de prisioneros a bordo de una embarcación de carga, se hallaban cruzando el mar Mediterráneo en una época de fuertes vientos. El centurión, encargado de los presos desoye la recomendación del apóstol de esperar a que pase el temporal y decide emprender el recorrido, hallándose en alta mar los vientos huracanados golpearán contra la nave y provocarán el miedo de marineros y pasajeros por igual. Debieron deshacerse de lo innecesario y aun de lo importante para la navegación intentando sobrevivir a la amenazante tormenta. El escritor, compañero de viaje, dice que habían perdido las esperanzas de salvarse: “Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos” 27:20.

Qué frágiles nos sentimos frente a los problemas serios, nos exigen muchas respuestas nuevas y que no serán suficientes y tal vez muchas equivocadas, somos como pequeñas barcas a punto de ser engullidas por el embravecido mar de confusión y dolor. No hay palabras que alcancen ni recursos humanos suficientes para aliviar del todo el corazón herido. ¿A dónde irá nuestra vida? Nos preguntamos, ¿Cuándo terminará el caos? ¿Qué es lo mejor o lo correcto que puedo hacer? ¿Mañana será mejor? ¿Cómo puedo seguir después de lo que ha pasado?

Dios es soberano.

Más allá de lo que perciben nuestros sentidos, hay una realidad que está conducida por el Dios majestuoso, Señor del universo. El Dios creador de todo el mundo es también el Dios sustentador del mismo. En los capítulos 38-39 de Job, el Señor expone su poder sobre la creación entera, Él puso límite a los elementos más grandes y los más pequeños; en su sabiduría decidió cómo funcionarían, pero también sigue en control. Su proceder ante Job, quien ha estado manifestando su descontento por el mal que le ha venido y del cual piensa que no tiene sentido. Dios, por medio de preguntas retóricas lleva a Job a reconocer su lugar frente al portento de quien gobierna el mar, el ciclo del día y la noche, así como la luz, la nieve, la lluvia, las estrellas y los animales; en resumen: hay alguien sentado en el trono, como lo señala la visión de Juan en Apocalipsis 4; el cosmos no está abandonado a su suerte, no lo mueve el azar, hay quien dirige a su manera y en sus tiempos todas las cosas.

Es maravilloso saber que el mundo no está a la deriva, que cada cosa tiene su función y su tiempo y que Dios mantiene sus planes o intenciones, que puedo desconocer pero que nada está fuera de su voluntad. Las imágenes apocalípticas de los eventos catastróficos, no son actos aislados o que las criaturas hacen por sí mismas, más bien responden a la intervención divina. El Señor del universo y de la historia manda sobre los elementos y reprende a la humanidad por su insensatez. Al mismo tiempo, durante estos acontecimientos caóticos, Él guarda a los suyos y por ello para los creyentes son signos de redención.

El Señor es soberano sobre todo, cierta ocasión Jesús se hallaba en una barca en medio del mar y fueron azotados por una tormenta, los discípulos lucharon a su manera con el temporal; mientras, Jesús dormía. Al levantarse: “…reprendió al viento, y dijo al mar: calla enmudece…y se hizo grande bonanza…  y se decían al uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y la mar le obedecen? Marcos 4:37-41. Dios tiene el mundo en sus manos.

Confiar a pesar de todo

Desde hace cuatro meses, casi todos los países estamos sufriendo el embate del COVID-19, y amenaza con hacernos naufragar; día tras día somos informados del incremento de víctimas por la epidemia. Los gobiernos y las instituciones de salud exhiben su insuficiencia ante los casos que se incrementan minuto a minuto. Pero, el problema se ha agravado con los miedos que despierta este enemigo invisible. Los especialistas en conducta humana hablan de las problemáticas que acarrea el estar expuestos a la enfermedad mortal en caso de quedar infectados por este virus. Se despierta el miedo al sufrimiento y al final de la existencia. Ante esta realidad, procuramos hacer nuestra parte, más sabemos, que somos susceptibles del contagio. Sin embargo; nuestra confianza para vivir cada día con entereza y armonía está puesta en Aquel que tiene el mundo en sus manos y en quien hemos depositado toda nuestra vida.

El dolor de las pérdidas y los miedos por lo que puede venir nos roban la tranquilidad y nos invade una sensación de angustia. La angustia puede deberse a que jugamos a ser dioses, en el sentido que pretendemos tener el control; sin embargo, nuestra condición frágil y vulnerable nos incapacita  y nos ubica en los verdaderos límites.

La paz que se sustenta en el poder económico o de la fuerza, se termina en el momento del contagio, nadie sabe cómo reaccionará su organismo, mientras que la paz que se sustenta en el poder de Dios se mantiene a pesar de las circunstancias. La paz que provine de Dios implica la confianza que en las manos de Dios todo está bien, lo que no significa que sea agradable, fácil o inteligible.

Por encima de las contrariedades, los quebrantos y los infortunios de la vida hay quien sabe de ti y puede darle sentido a las circunstancias. Durante la tormenta enfrentada por Pablo, sus compañeros de viaje se hallaban temerosos y habían dejado de comer, en medio de las circunstancias, Dios le hizo una promesa al apóstol y él compartió con confianza estas palabras: “…tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como me ha dicho” Hechos 27:25

Tener fe en Dios es confiar en sus designios y en su benevolencia. Tener fe es aprender a soltarnos en las manos de Dios, quien es nuestra roca de refugio y nos resguardará en medio de las tormentas. La fe no es un refugio de cobardes ni la consolación barata que nos enajene de la vida real sino una fe valiente que enfrenta las adversidades, sabiendo que Dios tiene planes más allá de las frustraciones humanas y que Él puede transformar la amenaza en una experiencia de bendición.

Encontramos la paz, aún en medio de las tormentas, al esperar en la provisión de Dios, quien tendrá una salida a nuestras aflicciones, nos dará las fuerzas para resistir la adversidad y la gracia de seguir caminando. El salmista dice: “¡Cuan preciosa, Oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz” Salmo 36:7-9.

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Influencias

“INFLUENCIAS”

Iván Alexander Zamudio Ortiz, 12 años, Veracruz, Ver.

La influencia es el poder que tiene una persona para controlar o modificar la forma de pensar o actuar de alguien; todos tenemos un amigo que tiene influencia sobre otros o incluso sobre nosotros, y esta puede ser en ocasiones para bien o para mal. Los amigos pueden ejercer presión sobre nosotros para hacer algo que sabemos que es incorrecto. Esta influencia que ejercen los amigos que puede llegar a ser muy perjudicial para nuestra vida cristiana.

Siempre debemos recordar lo que nos dice Pablo en Romanos 12:2: “No vivan como vive todo el mundo, al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto.”

Cuando intentas ser alguien que no eres en realidad, al final del día no solo sufres tú, sino también tus padres, ya que pueden ver esos cambios, y sufren incluso sin decirnos, lloran en silencio con la preocupación de no saber qué hacer, de no saber qué está pasando en nosotros; pues como adolescentes nos cerramos y sólo nos expresamos en nuestro grupo de amigos, en muchas ocasiones.

Hace tiempo me sentía perdido y no sabía qué hacer, empecé a cambiar mi actitud, pues notaba que mis amigos eran “muy felices” con cierta manera de ser, hablando malas palabras y haciendo cosas que no eran correctas, así que decidí “encajar” y comportarme como ellos. Al paso de los días noté que en lugar de sentirme mejor era todo lo contrario, porque al llegar a casa mis padres me decían lo orgullosos que estaban de mí y que era el “hijo perfecto” para ellos. Eso me entristeció y decidí buscar a Dios para que guiara mi vida y me permitiera hacer lo correcto día a día. Entre esas tantas cosas que hice, decidí hablar con mis padres y ser yo mismo, la persona que Dios ama y conoce; pero también, tomé la decisión de influenciar en mis amigos para que ellos puedan ser mejores cada día e impulsarlos en las cosas buenas y que más les agradan.

¿Alguna vez has sido Influenciado por alguien? ¿Cómo afectó esto en tu vida cristiana? ¿Qué haces para influenciar en tus amigos?

Aunque lo quisiéramos, no todas las personas son una buena influencia, y pueden llegar a cambiar nuestra forma de pensar y actuar, por eso debemos de darnos cuenta quiénes son las mejores para nuestra vida, tomar lo bueno y dejar lo malo. Estas amistades pueden ser incluso peligrosas para nuestra salud, si nos invitan a beber, nos incitan al uso de drogas o nos distraen de cosas realmente importantes.

Recuerda siempre ser una influencia para los demás y seguir CREE100NDO en Dios.

Tres retratos de Dios

Tres retratos de Dios

Min. Ausencio Arroyo G.

“Si el Señor no me hubiera ayudado, yo estaría ya en el silencio de la muerte.

Cuando alguna vez dije: “Mis pies resbalan”, tu amor, Señor, vino en mi ayuda.

En medio de las preocupaciones que se agolpan en mi mente, tú me das consuelo y alegría”.

(Salmo 94:17-19, DHH)

Hablar de Dios es hablar de lo infinito y absoluto, de lo invisible y totalmente diferente. Dios es aquel que existe por sí mismo, es aquello que está más allá de los límites de nuestro lenguaje y por tanto, es imposible definir con términos concretos. Sin embargo; el inaccesible se hace accesible. Dios se revela a todos en el mundo visible, en los actos de la historia de su pueblo y en las manifestaciones cotidianas de gracia. Si somos sensibles, podremos ver que todo nos habla de Dios. Los elementos y fenómenos de la creación nos declaran sus atributos y su manera de ser.

Para hablar de la naturaleza y el carácter de Dios, los escritores bíblicos recurren al uso de metáforas como imágenes mentales de lenguaje que funcionan como un puente que nos permite acercarnos a quien es trascendente y Santo. La Biblia está llena de metáforas que describen las experiencias de quienes caminaron con Dios. Veamos aquí tres de éstas a las cuales llamamos retratos que funcionan como vehículos de entendimiento para acercarnos a la realidad espiritual. Así que veamos quién es Dios:

  1. Sustentador de la vida. Si el Señor no me hubiera ayudado, yo estaría ya en el silencio de la muerte.

La vida es posible por las leyes a las cuales está sujeta la creación. El mundo funciona como una máquina maravillosa: un día sigue al otro, la lluvia llega a su tiempo, vuelve la primavera después del invierno, las montañas permanecen en su sitio, las aves trinan cada mañana, y tantos y tantos prodigios, grandes y pequeños ocurren simultánea y consecutivamente a lo largo de los siglos. Además, entre la humanidad hay más bien que mal, hay más gente dispuesta a amar, a dar, a honrar a otros, a cuidar y proveer porque hay algo de Dios en cada persona humana.

Son muchos y muy variados los factores que intervienen para que se geste y consolide una vida. Los seres humanos somos tan frágiles e indefensos y estamos expuestos a innumerables elementos que pueden truncar una existencia: enfermedades, accidentes, descuidos o maldad humana, ignorancia, entre otros. Se requieren de infinitas manifestaciones divinas para consolidar una vida. La existencia es más que un milagro, es una cantidad enorme de milagros, algunos de ellos nos llegan a ser visibles, pero de la mayor parte no nos damos cuenta, porque Dios hace funcionar la creación de tal manera que permanece oculto en los principios de su obra.

Vivimos en un universo que tiene equilibrio en sus elementos químicos y que mantiene las leyes físicas. Hay una distribución que viene del diseño divino, no es casualidad y menos intervención humana, por ejemplo: nacen, más o menos la misma cantidad de hombres y mujeres, hay la cantidad de oxígeno necesaria para la vitalidad de nuestros cuerpos, las temperaturas de la tierra son las apropiadas. Entre muchos aspectos.

Pero, también, en las experiencias personales hallamos la intervención de la mano de Dios para salvarnos. Al revisar nuestras historias, nos damos cuenta de cuántas veces se pudieron haber truncado nuestros años, ya que siempre estamos expuestos a la finitud por diferentes circunstancias. Sin embargo; no nos damos cuenta de esto hasta que nos encontramos con situaciones límite. No percibimos lo complejo del buen funcionamiento del mundo que habitamos hasta que algo sale de su curso y se torna amenazante. La tierra firme proporciona estabilidad y bienestar, pero si ocurre un movimiento de las capas tectónicas, dependiendo de las dimensiones, puede producir daño en las edificaciones y provocar la muerte o al menos generar terror y confusión. Los microorganismos son necesarios para la vida, tienen funciones de transformar o degradar ciertas materias, convertirlas en un bien a nuestros cuerpos, pero si mutan o se alteran pueden traer graves daños.

La vida son milagros diarios que a diario olvidamos. El salmista nos revela cómo es el Señor, él reconoce que la vida es posible gracias a la intervención divina. Si el Señor se retrajera del universo, si se abstuviera de actuar, si dejara el mundo a la deriva, el mundo entero naufragaría y perecería sin remedio. El salmista nos declara su experiencia personal: ha sido preservado y su vida ha florecido por la disposición benevolente del autor de la vida. Cada día de existencia que alcanzamos, cada etapa que cumplimos aplaza lo inevitable. La vida es posible por la misericordia y el poder de Dios.

  1. Cuidador eficaz. Cuando alguna vez dije: “Mis pies resbalan”, tu amor, Señor, vino en mi ayuda.

Lo que creemos de Dios determina la actitud ante las adversidades. Nuestras creencias son los mejores recursos con que contamos para enfrentar la vida, ellas son el fundamento de nuestras acciones. En esta frase el salmista pinta un hermoso cuadro de reposo espiritual. A la hora de la necesidad, a la hora del dolor, mi fuerza y mi coraje vienen de Aquel que está junto a mí. Cuando mi mundo se derrumba y mi corazón se rompe, sé que no estoy solo, que Dios es mi cuidador. La NVI dice: “No bien decía: “Mis pies resbalan”, cuando ya tu amor, Señor, venía en mi ayuda”.

Nuestra historia como creyentes tiene momentos donde Dios parece distante y ajeno a nuestros sufrimientos. El cruce por los valles oscuros no son fáciles ni agradables. Cuando la fe es quebrantada en las pérdidas y sentimos desfallecer, en esas horas de lucha interna, buscamos refugio en Aquel que es fiel y que nos guardará hasta el final. Un himno clásico lo señala así:

Dónde está Dios, pregunté, cuando todo me iba mal,

Dónde está Dios preguntó mi ser; si existe, dónde está,

Yo lo busqué sin descansar por los templos de la ciudad,

Sólo en el templo de una oración al fin hallé la paz.

Jamás pedí riquezas, yo no puedo pedir más

Estrellas, cielos, luna, mar. Señor soy rico ya

Busca al Señor no lo dudes más, donde quiera que vayas irá,

Una oración bastará, verás. Allí lo encontrarás…

(Al alcance de una oración)

Podemos caminar confiados sabiendo que nuestro pastor va adelante de nosotros. Sus promesas son verdaderas, Él ha dicho: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” Juan 10:27-28. El cuidado de Dios a través de Jesús nos llena de seguridad y su cercanía nos permite disfrutar la paz interior. Jamás estamos solos. Esta vivencia no se crea en el instante, proviene de una relación cultivada a lo largo de los días. La belleza de esta imagen proporciona certidumbre y confianza. Dios está cercano e inmediato a sus criaturas, su disposición es cuidar a quien le invoca. Antes de pedirlo, antes de saberlo, el Padre ya cuidaba te ti y de mí.

  1. Alegre consolador. “En medio de las preocupaciones que se agolpan en mi mente, tú me das consuelo y alegría”

Somos peregrinos del polvo, somos frágiles papalotes agitados por el viento, tan solo sostenidos por un hilo invisible. A lo largo de la vida serán muchos los quebrantos: por los sueños rotos, por las oraciones que no llegan, por las traiciones de los amigos, porque extrañamente te sientes solo o sola, porque las voces ajenas te dicen que no vales, porque debes tomar decisiones que van a lastimar a quienes te importan, porque tu amor tarda demasiado, por esas heridas profundas que no sanan, por tus rutinas vacías, porque no puedes vencer tus luchas internas, porque fallaste una promesa. Son muchas las veces que caminamos cerca del abismo y la desesperación. En el proceso de crecer, vamos aprendido que la vida está llena de preocupaciones.

Todos enfrentamos condiciones de sufrimiento: por la pobreza, por enfermedades crónicas, por abandonos, por la muerte de seres amados, por abusos diferentes, por frustraciones de los planes, por una familia tóxica. Pero, también son muchos los factores externos, como la amenaza del COVID 19. Esta epidemia que se extiende sobre la humanidad es una sombra oscura que absorbe el amor y la esperanza y así, en un abrir y cerrar de ojos hemos perdido la quietud del alma. En el momento del confinamiento se despertaron los miedos agazapados dentro. Sin duda, son muchas las angustias y aflicciones, como padres, madres e hijos. Nos duele lo que dejamos de hacer y de ganar, nos duelen los que enferman, los que mueren, los que quedan con el vacío. Nos duele la muerte visible de tantos, nos duele la muerte posible de cada uno.

Frente a la realidad de la muerte el alma se perturba. La gente que teme a la muerte y se aferra a la vida de forma desesperada es porque sospecha que esta vida es todo lo que existe. En medio de la angustia y los miedos, la presencia del Padre conforta nuestro corazón. Su Palabra es aliento y fortaleza en las tribulaciones. Se dice del Salmo 23 que “ha secado muchas lágrimas y ha dado el molde en el que muchos corazones han encontrado la paz” (citado por Harold Kushner. ¿Quién necesita a Dios? Ed. EMECE. P. 172). Cuando las cosas marchan bien, Dios es indefinible; pero en los tiempos de crisis Dios se vuelve real y comprometido para nuestra conciencia. En el fondo, afirmamos que de no ser por Él no habríamos salido adelante.

La fe en Dios, como sentido pleno de la vida, nos permite transformar las desgracias en oportunidades de bendición. Gracias a la disposición de fe encontramos motivos de alegría espiritual en medio de las tormentas. Dios es la presencia que necesitamos en esta hora de incertidumbre y aflicción, Él nos hace sentir la consolación en nuestra vulnerabilidad.

Estos retratos nos cuentan cómo es Dios, su manera de ser es vida, confianza y gozo, en esta visión enfrentamos las condiciones de adversidad. Ante la realidad amenazante recuerda que Dios es quien hace posible que vivas, Él está cerca y nos brinda consolación en las preocupaciones. ¿Es este el Dios en el que cree?

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